José Manuel Moreno
@josemorenoco
Cuando boxea Floyd Mayweather, es semana grande en el mundo del boxeo. Pelea el más grande esta década. El deportista más rico del mundo, por encima de las estrellas del fútbol, de la NFL o de la NBA. El más odiado o querido, a partes iguales. El que no deja indiferente a nadie. El que reparte dinero subido a una camioneta. El que gana (dinero llama a dinero) en el casino o en otros juegos de azar. El que, a veces, menosprecia a los rivales. El que boxea como los ángeles, cuando los rivales le ponen en aprietos. El que ha eludido, en opinión de muchos, a según qué rivales, empezando por su «eterno enemigo» Manny Pacquiao. El que le dio una paliza a Ricky Hatton, en lo que fue su última victoria por nocaut, allá por 2007. El que venció en un feo combate a Óscar de la Hoya. El que impartió lecciones ante Diego «Chico» Corrales (q.e.p.d.), Arturo Gatti, Juan Manuel Márquez, Shane Mosley, Robert Guerrero o Canelo Álvarez, que por edad podría ser su sobrino. El que asistió impávido a la pelea macarra con los segundos de Zab Judah en 2006. El que le quita siempre la fiesta patriótica de mayo a los mexicanos y hasta a veces sale al ring con los colores de la bandera mexicana. El que se pelea y hace las paces con su padre, Floyd Mayweather. El que, cada cosa que escribimos sobre él, tiene mayor número de comentarios, a cual más apasionado.
¿El más grande? Para muchos, entre los que me encuentro, sí, desde 2000 hacia acá. ¿Un bluff? También para muchos, sobre todo a la hora de elegir cuidadosamente a sus rivales. Insisto, no deja in-di-fe-ren-te a nadie. Esta semana boxea, sí. En su «casa» del MGM Grand Arena de Las Vegas. Ante el rival que él, y solo él, ha querido, de nuevo Marcos Maidana, aunque las cosas difícilmente variarán mucho en cuatro meses. En las casas de apuestas, si lo haces a favor del ex «Pretty Boy», ahora «Money», por un euro, solo ganas 12 miserables céntimos. Si te la juegas por Maidana, seis eurazos por euro apostado. Una cosa es segura. Se hablará durante muchos días de Mayweather cuando suene la campana final de su pelea del próximo sábado. Que si un bluff, que si como él no hay dos, o por qué no, que al fin «a cada cerdo le llega su San Martín». Mayweather en estado puro.