Pedro Gil nos remite para «La Tribuna» la carta que envió hace un par de días al director de el diario «El Mundo»
El pasado día 27 su periódico publicó un amplio reportaje en el apartado “sociedad”, titulado “El último k.o. de Marun”, en el cual se narraba el desdichado suceso del que fue víctima un menor de edad practicante del boxeo; la narración, ciertamente conmovedora, destacaba el razonamiento de una sentencia que denegó el derecho a indemnización del menor perjudicado, según el cual “quien practica este deporte asume unos riesgos que pueden ser graves”, pudiendo llevar al lector a la conclusión de semejante afirmación resulta exclusivamente aplicable al boxeo; el riesgo de sufrir un accidente forma parte de numerosas actividades, cuya admisión social se basa en el hecho de que los beneficios aportados por su práctica superan unos riesgos, que, por otro lado, son libre y conscientemente asumidos por sus practicantes en el pleno ejercicio de su libertad individual.
Tratándose del boxeo, la reducción de esos riesgos al mínimo admisible se basa en la esforzada tarea de un gran número de profesionales cualificados, y de una federación dedicada a fomentar las buenas prácticas en el ejercicio de este deporte, movidos todos ellos por el afecto que dispensan al boxeo y a cuantos lo practican. Precisamente por ello, todos esos profesionales experimentan hoy una especial sensación de tristeza, porque al dolor por la tragedia producida, se une la frustración de verse identificados con unos comportamientos que, tal como han sido narrados en el citado artículo, no guardan relación alguna con la manera en que vienen desarrollando su trabajo. Desearía destacar también que, tras releer el reiterado artículo, tampoco me ha quedado claro si se ha pretendido hacer un alegato contra una sentencia judicial, o si más bien se trata de un ataque solapado al boxeo; me gustaría pensar que se trata de lo primero. Sin otro particular, atentamente,
Pedro Gil Muñoz
Director del Club Madrileño de boxeo “El Rayo”