José Manuel Moreno
@josemorenoco
Manny Pacquiao (Kibawe, Bukidnon, Filipinas, 17-12-1978) es uno de los mejores deportistas del mundo de este siglo. No creo que esta aseveración la pueda rebatir absolutamente nadie. Es un fenómeno de masas, tanto en su país natal, del que es congresista y dicen que futuro presidente del gobierno, como en Estados Unidos, donde es tan o más admirado que su némesis Floyd Mayweather, así como en el resto del mundo, hasta en México, con tanta rivalidad con boxeadores de allí. Es el boxeador asiático más famoso de la historia. Y uno de los más ricos del momento, contando todos los deportes profesionales. Que lo tiene todo, vamos. Parece hasta buena persona, buen padre de familia, esposo y persona religiosa, como demuestra con sus oraciones antes y después de los combates.
Y ha logrado lo que solo otro pugilista ha conseguido: ganar campeonatos mundiales (WBC-WBA-IBF-WBO) en seis divisiones diferentes. Esa hazaña solo la había saboreado otro fenómeno como el «Golden Boy», Óscar de la Hoya. Seis. Repito: SEIS. Que son muchísimos. Una barbaridad.
Comenzó su exitosa carrera profesional el 25 de enero de 1995, con 17 años recién cumplidos, en el peso minimosca, con un combate en Sablayan, en la región filipina de Mindoro Occidental, venciendo por puntos en cuatro asaltos a su compatriota Edmund Enting Ignacio, de carrera efímera y cuatro años mayor. Encadenó 11 victorias seguidas hasta caer derrotado ante el estimable Rustico Torrecampo el 9 de febrero de 1996. Su primera oportunidad de título mundial llegó el 4 de diciembre de 1998 ante el tailandés Chatchai Sasakul y no la desaprovechó, ganando en ocho asaltos. Con 19 años ya era campeón mundial del peso MOSCA (1) del WBC. El 17 de septiembre de 1999 sufrió su primer traspiés ante el tailandés Medgoen Singsurat, perdiendo la corona en solo tres asaltos. Sobrevino otra magnífica racha de victorias, hasta que consiguió proclamarse campeón en una segunda división, la del peso SUPERGALLO (2) de la IBF ante el sudafricano Lehlo Ledwaba. En su segunda pelea ante su sempiterno rival, Juan Manuel Márquez, se hizo con la corona de una tercera división: la SUPERPLUMA (3) de la IBF el 15 de marzo de 2008 en Las Vegas. Ya era una celebridad mundial, y ya se hablaba de la posibilidad de que se enfrentara al otro fenómeno de la época, entonces apodado el «Pretty Boy».
Esperó poco para subir de nuevo de división. En su siguiente combate, el 28 de junio de 2008, arrebataba la corona del peso LIGERO (4) del WBC al estadounidense David Díaz, al que le propinó una paliza de padre y muy señor mío. Ya era tetracampeón mundial. Entendiendo el término en cuanto a divisiones diferentes. Tras destrozar las carreras de Ricky Hatton y Óscar de la Hoya, en el mejor momento de su carrera, y mientras se «arreglaba» el combate tan manido, se lanzó a por el campeonato mundial del peso WÉLTER (5) de la WBO. Y nada menos que ante otro fenómeno como Miguel Cotto. Le apabulló, con un KOT en el último asalto en combate celebrado en el famoso MGM de Las Vegas. Aquella noche se puede decir que le perdonó el nocaut al boricua. Y ya eran cinco divisiones distintas. Del peso mosca, al wélter, casi nada.
Pero el «Pac Man» quería más. Y fue a por el «coco» de la época, nada menos que a por el longilíneo Tony Margarito, al que aplastó, aunque no lo noqueara, el 13 de noviembre de 2010, haciéndose con la corona del peso SUPERWÉLTER (6) del WBC. Ya era campeón mundial en seis, repito, 6, divisiones diferentes, tras aquel recordado combate en el Cowboys Stadium de Arlington, Texas. Desde el peso mosca (50,800 kg) hasta el superwélter (casi 70 kilos). Algo casi sobrehumano. Un extraterrestre del deporte. Ya era hexacampeón mundial. Igualaba a De la Hoya. Lo nunca visto, comenzando desde tan abajo en el escalafón.
Sin embargo, ¿Cuántas veces han tenido que leer o escuchar en los últimos años que Pacquiao es campeón mundial en ocho divisiones distintas? Infinidad, igual que un servidor. Es un error, fácilmente explicable. Vayamos al nudo gordiano de este entuerto. El 15 de noviembre de 2003 venció en el 11º asalto al gran boxeador mexicano Marco Antonio Barrera en combate pactado en la división del peso pluma. Pero no estaba en juego ninguna corona mundial de cualquiera de los cuatro organismos que rigen el boxeo. Solo estaba en riesgo el titulo honorífico y prestigioso sin duda de la revista «The Ring Magazine». Por tanto, nunca, repito, NUNCA, fue campeón mundial en la categoría pluma.
Y el segundo error proviene de su sonado combate ante Hatton en el peso superligero, en pelea que apenas duró un suspiro. Pero no estaba en juego ningún campeonato del mundo. Solo el de una organización residual como la IBO, a la que si ya reconociéramos como organismo internacional, apaga y vámonos. En fin, espero y deseo que a partir de ahora menos compañeros caigan en cometer la errata de afirmar que el gran boxeador filipino ganó títulos mundiales en ocho divisiones, porque no fue así. Sí que ganó combates en ocho divisiones, y tiene un enorme mérito, pero no hay que confundirse. Y perdonen tantas mayúsculas. Pero a ver si se enteran.