Hace ya casi 38 años que España inició lo que parecía un camino irreversible hacia la libertad, dejando atrás siglos de dictadura, de represión y de inquisición; nada más lejos de la realidad. Contra el boxeo lo que se inició fue una larga etapa de represión y de censura, que ha llevado en la actualidad a considerar que reprimir el boxeo es algo liberal y democrático. Incluso en los últimos años se está utilizando a los menores como justificación para ejercer dicha represión, y protegerlos, se supone, de caer en la delincuencia. Los veteranos también hemos sido niños, y lo fuimos en una época en que se respetaba al boxeo como lo que es, un deporte más, y sabemos que esa supuesta protección se basa en argumentos tan falsos como ridículos, y en realidad lo único que se pretende es que la juventud no se aficione al boxeo, e intentar que el noble arte muera por asfixia. Pero la realidad es que hace décadas, en España había mucho más boxeo y mucha menos delincuencia, y en la actualidad hay mucho menos boxeo y mucha más delincuencia; y los mismos que nos han llevado a esta situación, son los que utilizan al boxeo como cabeza de turco de lo que ellos han provocado.
Por cierto, otra gran mentira que ha quedado al descubierto, es aquella que decía que a los boxeadores no les gusta el boxeo y que sólo lo hacen por hambre. Si esa falacia fuera cierta, en la España actual, con seis millones de parados según la EPA y con un paro juvenil del 55 por ciento, habrían miles y miles de boxeadores; y en los gimnasios de boxeo, para entrar habrían unas listas de espera, que ríete de las de la Seguridad Social. La aparición de Marca TV ha supuesto una mascarilla de oxígeno para nuestro deporte, pero se ve obligada a poner ese letrerito de color rojo, de prohibición, a pesar del horario en que se transmiten los programas de boxeo; como si los ciudadanos no supieran en qué consiste el boxeo, ni tuvieran capacidad para decidir lo que pueden ver sus hijos. En el anterior régimen, en televisión aparecían uno o dos rombos según el poder considerase que un programa tenía que ser para mayores de catorce o de dieciocho años. Pero con la llegada de la añorada y llorada Pilar Miró al frente de RTVE se suprimieron los rombos, pues se consideró que era dictatorial que el estado decidiera lo que podían ver o no los menores, y que eso correspondía decidirlo a las personas.
Pero la situación ha dado un vuelco total; y llegamos al momento esperpéntico que se dió en la madrugada del domingo, en la que al llegar a la seis de la mañana Marca TV se vió obligada a cortar la retransmisión del combate Donaire-Rigondeaux a falta de tres asaltos, lo que marca todo un hito en la historia de la censura televisiva. Era de noche, casi no se veía una sola luz encendida y el silencio era absoluto. No se oía a ningún niño saltando ni gritando de alegría porque oficialmente hubiera llegado la hora de ver la televisión. Y es que en efecto, los aficionados al boxeo somos ciudadanos de segunda.
Juan Sánchez Ruiz