Rubén Moralejo Alcántara
No resulta fácil definir o explicar las cualidades defensivas del eminente pugilista Nicolino Locche, y mucho menos para quienes lo hemos conocido a distancia por referencias escritas o vídeos. Por eso uno se permite reproducir seis párrafos de seis crónicas de otros tantos combates suyos, donde han quedado plasmadas muchas virtudes y algunos defectos de este portentoso pugilista retirado en 1976, habiendo disputado 136 combates con solo cuatro derrotas. Añadimos que estas seis reseñas son de la publicación especializada argentina ‘K.O. Mundial’, de esos combates que ‘El Intocable’ ha celebrado en el emblemático Luna Park de Buenos Aires, dos de los cuales fueron ante destacados boxeadores españoles de entonces. Estamos en septiembre, el mes que lo vio nacer y morir, pero quienes inclinamos nuestros sentimientos hacia este deporte a Locche lo tendremos siempre presente. Así boxeaba:
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* Abril de 1971, contra el tinerfeño Barrera Corpas la mencionada revista dedicó una crónica de cuatro páginas titulada ‘Nicolino quedó Debiendo…’ y otra página más de anecdotario del antes y después de la pelea, aparte del editorial; total cinco páginas y media. Copiamos: «Locche se encontró con un hombre joven y fuerte, seguidor y bien dotado físicamente, que hizo caso omiso de las condiciones técnicas del campeón y arremetió ‘con todo’ sin importarle si algunos de sus envíos deban en el aire, en las lámparas del ring o en las sogas… El triunfo de Nicolino se debió pura y exclusivamente a su inspiración en el esquive y la noción de la distancia, con hábiles desplazamientos, y una cintura que le respondió en un ciento por ciento. Pero no se ganan peleas esquivando, solamente, ya que hay que tocar, también, y en ese aspecto el que se llevó las palmas fue el rival, con empecinado accionar y porfiada acometividad, sin medir lugar y tiempo para sus envíos, acosó a Nico desde todos los ángulos, haciéndolo trabajar más de la cuenta y peleando con tanta inteligencia, que rehuyó las cuerdas donde ya sabemos que el campeón mundial le hace pasar papelones a cualquiera… Muchas veces, contra su costumbre, Locche marró golpes, consecuencia de haber recrudecido el dolor en su codo izquierdo que arrastra desde su accidente automovilístico que apareciendo al parar algunos impactos de Barrera Corpas. La puntuación final siendo dividida favoreció a Nico; en la tarjeta nuestra: 148 a 146 a favor de Locche».
(La lesión del mendocino se reprodujo en los primeros asaltos, lo cual al anunciarlo el parte médico daría más mérito a su laboriosa victoria por llegar al final de los 15 asaltos aguantando tal dificultad. Posteriormente sería intervenido quirúrgicamente y obligado a estar sin subir a un ring por más de seis meses.)
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* Noviembre de 1971, contra el español Tony Ortiz: «Locche empezó a sacudir de inicio al visitante que, también de entrada, mostró las facetas de su personalidad conocida de antemano: arremetedor sin medida ni pausa, con largos brazos y espíritu combativo que iba a dar, incuestionablemente, la pauta del verdadero estado físico y anímico del mendocino. Y a fe que lo hizo con creces, pues si bien es cierto que Ortiz nada pudo dejar como enseñanza, recibió calurosos aplausos porque se brindó ampliamente y dio motivos sobrados para que Nicolino desplegara todo su bagaje defensivo, con sus esquives maravillosos y porque, sobre todas las cosas, empleó a discreción su brazo izquierdo, con las huellas bien visibles de la operación realizada, con la maestría habitual que se gasta el eximio cirujano que ha dejado a Locche en óptimo estado. Las puntuaciones al cabo de los 10 asaltos fueron 100 a 91, 100 a 90 y 100 a 95. Nuestra tarjeta: 100 a 90».
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* Diciembre de 1971, se comenta en la crónica del combate que Locche ganó al colombiano Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé’: «Nicolino es un hombre que ha creado un estilo propio y lo que hace está al margen de todos los cánones que rigen las reglas de esta especialidad deportiva. Por supuesto que en esto que decimos juega un papel importante su instinto que, cuando se planta frente a un adversario de cualquier característica, muestra un Nicolino que desorienta, juega, esquiva, pega cómo y cuando quiere, basado en ese instinto natural que Dios le dio y que nadie puede inculcar a ningún boxeador, porque hay que nacer con la habilidad, reflejos y viveza que también juegan un papel importante. La puntuación dio ganador unánime a Locche por amplio margen de puntos».
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Diciembre de 1972: «Frente al portorriqueño Ray Mercado nos ha demostrado que sus cualidades están intactas y que el sobrenombre de Intocable tiene plena vigencia, por las cosas que hizo en este combate ratificando que estamos en presencia de un pugilista singular y único en los anales, no solo de nuestro boxeo sino del mundo entero, pese a la mayor nombradía de algunos que son mito pero que nos hubiese gustado verlos frente a él, desde Ray Robinson para abajo… Mercado dio la impresión de impotencia frente a los recursos que estaba mostrando Nicolino, y si nos apuran un poco y alardeando de pitonisos creemos que Mercado dio la impresión de querer bajarse del ring, pues Locche parecía un fantasma, a quien su invisibilidad resultaba algo que está fuera de lo que es el boxeo propiamente dicho, pues Nico ha inventado otro deporte que algún día tendrá un nombre, su nombre, porque lo que él hace no está dentro de los cánones clásicos de lo que es el pugilismo. El último round resultó apoteósico, castigó a gusto y paladar a su guapo adversario, puso en juego una gama interminable de recursos y se limitó a tocar y esquivar, moviendo la cabeza al milímetro, haciendo cintura, pasos atrás y laterales, con movimientos de brazos bloqueando impactos en un sensacional marco de aplausos y más aplausos.»
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Enero de 1973, combate de Locche contra el filipino ex campeón mundial Pedro Adigue: «No hay mucho más que decir sobre esta pelea, porque igual que en las dos últimas Nicolino muestra una superioridad tal, que el entrar en análisis técnicos sobre lo que sucede en sus combates, es obvio: un hombre que ataca, desesperadamente, y que se estrella contra un golpe, o se ve ante un ‘fantasma’ que, al milímetro esquiva el golpe con un movimiento de cabeza, un paso atrás, una inclinación de busto hacia adelante o al costado, cuando no baja los brazos y espera el ataque del adversario completamente descubierto… pero que nunca llega el golpe… Así actúa Locche -ya lo sabemos- y frente a cualquier adversario llámese como se llame… No podía ser la excepción el filipino Adigue que fue, en verdad -y lo decimos con toda sinceridad- uno de los adversarios más tenaces de Nicolino desde hace mucho tiempo».
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Agosto de 1975, crónica del match con el mexicano Javier Ayala: «Locche se conformó con abrumarlo con golpes desde todos los ángulos para retornar a su juego habitual con esquives de la factura de siempre y con una noción de tiempo y distancia que hizo pensar en que eran mentiras que hubiese estado más de dos años sin ponerse los guantes de combate… Y como si todo esto fuese poco tuvo un final a ‘toda orquesta’ cuando en el propio rincón de su oponente, esperó al gong final con una cantidad tal de esquives y juegos de cintura que arrancó verdaderos ‘alaridos’ de la multitud que tuvo, así, un broche digno como era el que se merecía luego del tremendo esfuerzo que le significó para volver a los rings con proyecciones mundiales, a juzgar por lo que vimos y que dudamos pueda repetir púgil alguno…»