Daniel Pi
@BastionBoxeo

En un esperpéntico combate de revancha, cuyo mayor responsable fue el presidente del Consejo Mundial de Boxeo, Mauricio Sulaimán, en el que no hubo ni atisbo de competitividad y en el que un boxeador en pésimo estado de forma y sin rodaje fue vapuleado por un tosco pero poderoso noquedaor, Deontay Wilder (39-0, 38 KO) realizó la primera defensa obligatoria de su reinado como monarca, tras cerca de tres años como campeón WBC del peso pesado, noqueando en el asalto inicial a un Bermane Stiverne (25-3-1, 21 KO) que ni siquiera pareció tener algún tipo de ambición de victoria.

Aunque el simulacro de enfrentamiento pareció dejar satisfechos a parte de los aficionados que asistieron al Barclays Center de Nueva York (Estados Unidos), los que sólo buscaban ver un contundente y rápido triunfo antes del límite, el choque simplemente no mereció ser considerado un mundial del peso pesado ni parte de la increíble historia de campeonatos de dicha división. Un Stiverne carente de velocidad y movilidad fue el blanco ideal para el largo jab del titular, que una y otra vez lanzó este golpe sin recibir oposición hasta que se decidió por usar un uno-dos que impactó terriblemente contra su adversario y lo arrojó a la lona. El excampeón se puso en pie pero sólo para que Wilder, que se quedó parado delante de él con los brazos bajos unos segundos, lanzase un uno-dos seguido por dos abiertos y heterodoxos curvos, uno de izquierda y otro de derecha, que volvieron a tirar al tapiz a Stiverne.

Éste se levantó por segunda vez, pero no pareció que realmente quisiese seguir combatiendo, si bien finalmente aceptó continuar para no agravar todavía más su pérdida de prestigio, siendo finalmente destruido por una serie en la que llegó un hook diestro seguido por un curvo de mano izquierda, un directo diestro y un último gancho zurdo. A la vez que Stiverne se derrumbaba, la cadena de golpes fue detenida por el tercer hombre agarrándose a Wilder para detenerlo, siendo arrastrado por el ímpetu de éste que, otra vez, a pesar de haber superado a un rival que opuso nula resistencia, se mostró tras su triunfo exultante.

De hecho, su moral alcanzó tal punto que insistentemente reclamó, en la entrevista posterior al combate, un enfrentamiento ante el titular WBA e IBF Anthony Joshua, choque que dirimiría definitivamente quién ostenta la hegemonía en la división, que tiene el potencial de generar ingentes cantidades de dinero y al que este duro nocaut, pese a llegar ante un boxeador sin el adecuado estado físico, sólo hará que contribuir agrandando la expectación de muchos aficionados. Entre otras declaraciones, Wilder dijo lo siguiente: “He esperado esa pelea por mucho tiempo. Te declaro la guerra ¿Aceptas mi reto? Sé que soy el campeón, sé que soy el mejor ¿Estás listo para la prueba? Un rey no persigue a campesinos, un rey se enfrenta a reyes. Quiero enfrentarme a Joshua. Si él no me da el combate tenemos otros planes. Pero el mundo quiere a Joshua, el mundo quiere a Wilder y yo quiero medirme a Joshua. No más esquivar, no más excusas. Ponle fecha, no esperes”.