Daniel Buedo
Nutricionista especializado en deportes de contacto
Durante varias décadas, gran parte de la sociedad española y de los medios de comunicación han considerado al boxeo como un deporte violento. Las personas que acudían a los gimnasios a practicar esta disciplina eran catalogadas de brutas, así como siempre se hablaba del gran riesgo que conllevaba su práctica para la salud. Los que realmente conocemos y hemos practicado este deporte sabemos que son afirmaciones erróneas, y me aventuro a asegurar que la mayoría de nosotros alguna vez hemos tenido que justificarnos y tratar de explicar a alguien en qué consiste realmente la práctica del boxeo, e intentar hacer comprender los valores y los beneficios que este deporte ofrece. Pues bien, en los últimos años la tendencia de opinión se invertido bruscamente, apareciendo nuevos estudios en los que se cataloga al boxeo como uno de los deportes más saludables, dados beneficios como el favorecimiento de la prevención del cáncer, la regeneración neuronal, la prevención del envejecimiento o el aumento la longevidad, entre muchos.
Que el ejercicio físico es un promotor para la salud no es algo que en los últimos años haya sido descubierto gracias a los estudios, ya hace más de 2500 años se recogen en hallazgos de civilizaciones como la China y la India, textos, manuscritos e incluso grabaciones en piedra, pautas de ejercicios concretos para desarrollar la salud, la longevidad y la vitalidad, muy relacionados estos con el posterior desarrollo del kung-fú, del cual surgió el Jet-kune-do (el puño interceptor), sistema de lucha híbrido en donde el boxeo juega un papel destacado.
También Hipócrates (460 al 370 a.c.) y Galeno, (129 al 210 d.c.) unos de los padres de la medicina, recomendaban para recuperarse de la enfermedad, el ejercicio físico junto a un alimentación y preparados naturales determinados.
Dando un salto en el tiempo, en 1992, la Asociación Americana del Corazón declaró el sedentarismo como un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares y del corazón y en 1996 el Departamento de Salud y Servicios Humanos estadounidense declaró que la actividad física regular reduce el riesgo de las enfermedades cardiovasculares y enfermedades del corazón.
Investigadores españoles del Departamento de Fisiología de la Universidad de Valencia cómo J. Viña y V. Martinez-Bello, entre otros, publicaron un estudio «Exercise act as a drug ; the pharmacological benefits of exercise», las conclusiones extraídas en este trabajo nos vienen a decir que la actividad física, y en concreto, deportes como el boxeo, en donde se trabajan todas las características que nos forman como seres humanos, mejora la patología cardiovascular, patología pulmonar, patología coronaria, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión, claudicación intermitente y trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2, obesidad, colesterolemia y exceso de triglicéridos, mejora la estructura de todos los tejidos, problemas articulares como artritis reumatoide y artrosis mejoran, fibromialgia, fatiga crónica, osteoporosis, cáncer y depresión entre otras. En el trabajo de este equipo de investigación se llego a la conclusión de que quien practica de manera habitual ejercicios de resistencia, ejercicio aeróbico y de fuerza tiene entre un 25 y un 35% menos de posibilidades de fallecer de cualquier causa.
Lo realmente interesante es la mejora del aspecto emocional y psicológico, de hecho, se ha comprobado sin ninguna duda qué deportes como el boxeo, inducen lo que podríamos denominar regeneración neuronal o neurogénesis, estimulando y optimizando el sistema cognitivo, potenciando y desarrollando cualidades como la memoria, el aprendizaje, la capacidad de síntesis y análisis, de resolver problemas y de generar ideas y de llevarlas a cabo, entre otras capacidades.
Destacar otro estudio científico publicado en 2012 en -Current Drugs Target- en el cual se comprobó que el ejercicio protege a las neuronas, estimulando el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), factor insulínico y el factor de crecimiento endotelial. Cuando practicamos boxeo de manera habitual se elevan los niveles de proteínas neurotrofinas, las cuales contribuyen a una mayor densidad neuronal y a aumentar el flujo de sangre en áreas del cerebro, contribuyendo a la neurogénesis y neuroprotección del cerebro.
Como último dato, y no por ello menos importante, destacar que la práctica del boxeo activa los mecanismos de resilencia y hormésis, lo que se traduce en una regeneración y adaptación favorable partiendo de nuestros genes, estableciendo una relación directa entre el boxeo y modificaciones genéticas favorables.
Con todos estos datos ya disponemos de sólidos argumentos que ponen al noble arte como una herramienta clínica para la prevención y tratamiento de múltiples y variadas enfermedades así como para el pleno desarrollo del ser humano, siempre que al mismo tiempo cultivemos los valores que nos hacen grandes como seres humanos como el sincero respeto y cuidado por uno mismo y por los demás, la humildad y la bondad entre otras cualidades que determinan nuestro valor como personas.
Queremos para terminar dejar unas claras referencias de como el boxeo, junto a un estilo y hábitos de vida adecuados, mejora notablemente la salud y la longevidad del practicante.
Bernard Hopkins: se retiró enfrentando a un boxeador que no había nacido cuando él ya peleaba, a la edad de 52 años.
George Foreman: A los 46 años dejo el cinturón de campeón de los pesados después de haber realizado una carrera exitosa y habiendo vuelto al boxeo a la edad de 38 años. Debutó con 20 años.
Jake LaMotta: falleció recientemente a los 95 años en un hospital de Miami debido a una neumonía.
Max Schmeling: campeón alemán de los pesos pesados, fue el primer hombre que derrotó a Joe Louis. Nació en 1905 y falleció en 2005.
Son solo algunos ejemplos que relacionan el boxeo con la mejora biológica integral y el fomento de la longevidad, la ciencia ya lo confirma.