Daniel Pi
@BastionBoxeo
Cumpliendo estrictamente con los pronósticos y lo que sugería el sentido común, el campeón mundial WBC del peso superpluma Miguel Berchelt (33-1, 29 KO) no tuvo dificultades para vencer por nocaut técnico en el tercer episodio al boxeador ghanés, no clasificado en el ranking WBC, Maxwell Awuku (44-4-1, 30 KO) en el combate estelar de un evento organizado en el Arena Oasis de Cancún (México).
Sin duda, Awuku intentó ofrecer respuesta, pero no fue rival para el campeón del peso superpluma que, tras cruzar con el aspirante jabs y algún directo en un tanteo inicial, comenzó a anotar combinaciones de ganchos al torso y algún directo enlazado con hook de mano adelantada. El zurdo boxeador africano, situado cada vez más cerca del ensogado, se sacudió la presión lanzando repetidos rectos con su mano izquierda pero, a pesar de estos eventuales intentos de resistir, en el segundo asalto vio como el monarca intensificaba sus ataques, llegando con rápidas combinaciones en las que enlazaba curvos con variación de altura, una de las cuales, concluida con un hook zurdo al rostro, dañó ligeramente a Awuku.
Así se alcanzó un tercer round en el que, de nuevo, el visitante se apoyó en el único recurso con el que contaba, su insistente directo de izquierda, pero no tardó demasiado en recibir una serie con uppercuts, ganchos y directos que le detuvo, encajando instantes más tarde un uno-dos que lo tumbó. Tras la cuenta se produjo un desordenado cruce de golpes en el que Berchelt buscaba la detención y Awuku intentaba mantenerse en el combate, aunque este último no logró su objetivo. De espaldas a las cuerdas, un gancho de izquierda y dos directos, uno diestro y otro zurdo, lo llevaron al tapiz por segunda vez. Lo más lógico hubiese sido parar entonces el enfrentamiento, puesto que Awuku nada podía ofrecer ya, pero el tercer hombre no lo consideró adecuado, dando pie, antes de detener las acciones, a una última ofensiva del “Alacrán” con directos y gancho de izquierda.
El WBC se saltó sus propias normas para evitar la cancelación de una velada en suelo mexicano aceptando como aspirante a un boxeador que no merecía ni estaba a la altura de la ocasión, cosa que se tradujo en un choque que cumplió las negativas expectativas. Es especialmente llamativo que en la última convención de dicho organismo se insistiese en la necesidad de evitar los combates mal emparejados, asegurándose que se trabajaba y se trabajaría para hacer que los duelos fuesen del mismo nivel y que en ellos no participasen púgiles sin posibilidades de victoria. Argumentaban, igualmente, que muchas veces la responsabilidad en estas injusticias era de las comisiones, de los mánagers, de los promotores y de los entrenadores, pero en esta ocasión no pueden ampararse en esa explicación, ya que el culpable principal fue el propio WBC al dar el visto bueno a la participación de un boxeador que no estaba ni siquiera entre los cuarenta primeros clasificados.
En cualquier caso, el equipo de Berchelt cumplía de esta manera su objetivo de realizar a toda costa una defensa ante el público de México, que mientras se conforma con este combate desnivelado no podrá presenciar, por los intereses económicos de la promotora del titular, la interesantísima defensa obligatoria que realizará a continuación ante su compatriota Miguel Román, que se producirá seguramente en Estados Unidos y televisada por HBO.