Daniel Pi
@BastionBoxeo

Compensando al público por el tedioso combate de semifondo, Erislandy Lara (25-3-2, 14 KO) y Jarrett Hurd (22-0, 15 KO) ofrecieron, en el choque estelar de la velada organizada en el Hard Rock Hotel and Casino de Las Vegas (Estados Unidos), una tremenda batalla, llena de acción y emoción, perfectamente a la altura de lo que se espera de una unificación de coronas. En ella, el estadounidense Hurd se impuso por decisión dividida de los jueces y tras derribar a Lara en el último asalto, siendo las tarjetas que le valieron la condición de campeón WBA e IBF de 114-113, 113-114 y 114-113.

Como se esperaba, el combate empezó satisfactoriamente para Lara, que conectó su directo aislado o en uno-dos desde la distancia media-larga con extrema claridad, tanto que incluso Hurd fue movido ligeramente. Pese a ello, el estadounidense no dejó de avanzar sobre su rival, llegando con ganchos al torso y rostro y uppercuts, a los que Lara trató de replicar, incapaz de mantener la distancia, intercambiando golpes. Pese a las precisas manos anotadas por el cubano, Hurd, visiblemente más grande, pesado y fuerte, llegó con demoledoras combinaciones que hicieron dudar sobre la capacidad de Lara para llegar hasta el último tramo.

Estas sospechas fueron a más en adelante, ya que Hurd, que en muchos momentos no se preocupó ni lo más mínimo de su defensa y sólo avanzó frontal e inamovible como un tanque, llegó con muchísimos golpes de poder ante un Lara que, extrañamente en su boxeo, se quedó estático, confundido e incapaz de imponer su jab.

El cubano ofreció contragolpes fugaces y precisos que seguían otorgándole asaltos ante un rival que encajaba sus puños sin problemas y no se preocupaba por evitarlos, pero el volumen de golpes de Hurd era insostenible, golpeando sin descanso, muchas veces en heterodoxas trayectorias, de modo que era evidente que, una vez más en su carrera, “Swift” apuntaba a un cambio en las tornas en la segunda mitad.

Después de mover a Lara en el cuarto asalto con una derecha e impactar más de una decena de nítidos ganchos al hígado en el quinto, además de volver a desequilibrarlo ligeramente, en el sexto asalto una combinación en las cuerdas dejó tocado al boxeador de Guantánamo, que tuvo que agarrarse. Y es que el acumulativo golpeo, incluso sin recorrido, por el que Hurd optaba no dejaba de desgastar cada vez más a un Lara que, aun así, siguió llegando con veloces combinaciones en directo-hook o directo-uppercut.

Realmente destacable resultó la resistencia mostrada por Lara, que pasó por momentos complicados de forma recurrente pero siempre logró aguantar y contestar con valentía y explosividad, tratando de pasar al ataque en algunos momentos. Pese a ello, tras un séptimo round menos intenso, Hurd volvió a la carga en el último cuarto, conectando muchísimas veces uppercuts diestros a la cabeza encadenados con hooks de izquierda al torso y series de ganchos, que inflamaron el ojo izquierdo de Lara. Finalmente, sangrando por un corte en ese mismo párpado y críticamente menoscabado por los hooks, en el duodécimo round Lara recibió un uppercut de derecha combinado con un croché de izquierda que lo tumbó, si bien la excesiva tardanza del árbitro en reanudar las acciones y una resistencia desesperada le permitieron aguantar en pie hasta el final.

Para Hurd, que a duras penas pudo contener las lágrimas en la entrevista posterior al combate, este triunfo suponía el mayor logro de su carrera hasta la fecha, dado que ante un boxeador conocido por su efectividad defensiva y su habilidad y que en cerca de siete años sólo había padecido una derrota controvertida ante Saúl Álvarez, se mostró implacable, realizando incesantes ataques que le permitieron suplir sus enormes deficiencias defensivas y dejar al borde de la ruptura a su contrincante, al que venció en una muy entretenida pelea que aumentará enormemente su cotización. Asimismo, como él dijo, Hurd es ahora sobre el papel el nuevo número 1 de la división, objetivo a batir al que apuntará el campeón mundial WBC Jermell Charlo y, con más seguridad, el aspirante obligatorio IBF Julian Williams.

Por su parte, para Lara este fue anímicamente un demoledor tropiezo, que curiosamente para un boxeador tantas veces criticado por ofrecer peleas poco emocionantes llegó en una excelente pugna. En cualquier caso, más allá de que consiga materializar su pretensión de alcanzar una revancha, la derrota de Lara supone el descalabro definitivo del boxeo profesional cubano actual, que en muy poco tiempo ha visto perder de forma contundente a todos sus máximos exponentes, añadiéndose al ahora excampeón del peso superwélter Guillermo Rigondeaux, Sullivan Barrera, Luis Ortiz, Rances Barthelemy, Yunier Dorticós y Mike Pérez.