Emilio Marquiegui
El ucraniano Wladimir Klitschko retuvo las coronas WBA-IBF-WBO del peso pesado en Moscú (Rusia) (05/10) ante el aspirante oficial ruso Alexander Povetkin. Duelo de campeones olímpicos que se saldó con una pelea embarullada, con constantes agarres, principalmente por parte del campeón, y ventaja muy clara para el pequeño de los Klitschko. Sabíamos que a Povetkin le falta agresividad, pero es que nunca encontró la manera de poner en aprietos al campeón. Todo ello favorecido por un pésimo arbitraje del puertorriqueño Pabón, que permitió a Klitschko todo tipo de ilegalidades, que en algún otro caso le hubieran supuesto incluso la descalificación.
Si creíamos que el combate se determinaría por la experiencia, control de combate y envergadura del ucraniano; experiencia y control de combate se convirtieron en agarres, empujones, bloqueos ilegales, artimañas que afearon el combate y el currículum de Wladimir Klitschko, que cada día decepciona más. Por lo demás, control absoluto de Klitschko, que ganó todos los asaltos golpeando más y mejor, y en las entradas de Povetkin agarrando e incordiando. El árbitro le quitó un punto al campeón en el 11º.
Povetkin además cayó nada menos que cuatro veces a la lona, una en el segundo asalto, y tres en el séptimo, por lo que bastante hizo con llegar al final y escuchar la decisión unánime por puntos de los jueces, perfecta por cierto, (119-104 los tres). Mala pelea que nos hace añorar a los héroes del pasado, y pensamos en un tal Deontay Wilder 29-0 (29 Kos), a ver si pone orden en el aburrido panorama del peso pesado mundial.