José Manuel Moreno
Cada vez que se miden los top ten del boxeo, los pabellones, las Arenas, incluso los estadios de fútbol revientan de un público deseoso de ver a ídolos como Floyd Mayweather, Juan Manuel Márquez o Manny Pacquiao. Siempre fue así, también en los últimos tiempos. Pero las dudas han surgido en torno a la pelea de título mundial WBO del peso wélter entre el estadounidense Timothy Bradley y el mexicano «Dinamita» Márquez.
Seguramente a última hora, el «tirón» final haga que se llenen las casi 18.000 localidades del Thomas & Mack Center de Las Vegas, pero a principios de esta semana, a cinco días del combate, solo se han vendido en torno a 10.000, poco más de medio aforo. ¿Las razones? Posiblemente, Bradley no sea un boxeador mediático ni con mucho tirón popular, también el hecho de que en pocas semanas se vean varios de los mejores combates de este 2013.
Lo cierto es que habrá que esperar a los últimos días, con la prensa estadounidense y mexicana informando profusamente de la pelea, para que el negocio para Top Rank sea redondo. También, lógicamente, y al ser una velada retransmitida solo a través de PPV entran las dudas y las comparaciones. Hace menos de un mes, más de 2,2 millones de hogares de todo el mundo compró la velada cuya pelea estelar era Mayweather-Canelo.
Esta semana, el viejo Bob Arum firmaría si finalmente se vendieran 400.000 pinchazos de la pelea del próximo sábado. Lo mejor para todos, incluidos los boxeadores, máximos protagonistas de este bendito negocio, es que al final sea un éxito y no empiecen los agoreros a hablar de una hipotética crisis en el mundo del boxeo.