Daniel Pi
@BastionBoxeo
Los debates sobre quién tiene la culpa de que no se materialice la unificación total del peso pesado entre el campeón mundial WBA, WBO e IBF Anthony Joshua y el monarca mundial WBC Deontay Wilder son los que actualmente están generando más tensión e interés en los foros y redes sociales de todo el mundo, habiéndose producido multitud de reproches a ambas partes. No obstante, en los últimos meses la situación ha dado un vuelco en contra de Wilder.
Cuando Eddie Hearn, promotor de Joshua, en verano de 2018 realizó una oferta de 13 millones de euros a Wilder y éste la rechazó, los seguidores del estadounidense alegaron que la bolsa era un insulto y que varias de las exigencias filtradas del contrato resultaban inaceptables, poniéndose de manifiesto según ellos que “AJ” verdaderamente no quería la pugna por considerarla demasiado peligrosa.
No obstante, cuando Hearn, apoyado por el incontable dinero de DAZN, le ofreció a Wilder 90 millones de euros (100 millones de dólares) por tres peleas, dos ante Joshua aseguradas, la oferta no podía ser tildada de la misma manera. De hecho, Wilder estuvo tentado a aceptarla, como se desprendía de las declaraciones muchísimo menos beligerantes que durante unos días realizó de Hearn. Entonces la posibilidad de ver la unificación Joshua-Wilder pareció más cercana que nunca, pero finalmente todo tomó un curso muy diferente del deseado por los aficionados.
Sin que se hayan especificado cifras fiables, Showtime realizó una contraoferta (algunos creen que fue escasa, otros que fue estratosférica) que terminó haciendo que Wilder, que asegura ser un agente libre en cuestiones audiovisuales, se mantuviese en la cadena que lo ha visto combatir hasta ahora, reconstruyendo el muro que lo separa de Joshua, atado a DAZN. Se dice que la lealtad de “The Bronze Bomber” le había movido a mantenerse con Showtime, pero muchos pensaron que su decisión era la prueba definitiva de que no quería el combate, al menos por ahora. El prestigio del campeón norteamericano estaba en una situación delicada, y entonces su mánager, Shelly Finkel, apareció para dejarle en una posición todavía peor frente a los seguidores del noble arte al decir:
“Hoy Deontay es mucho más grande de lo que era entonces [cuando le ofrecieron 13 millones] y la misma gente nos ha ofrecido una cantidad multiplicada [los 90 millones]. ¿Puedes imaginar en seis meses cuánto ofrecerán? Posteriormente añadió: “Tenemos un calendario lleno para este año y discutiremos la pelea contra Joshua el próximo año”.
Al mismo tiempo que se publicaron las palabras de Finkel, fue conocido que PBC (iniciativa promocional vinculada a Showtime) había puesto sobre la mesa una revancha contra Luis Ortiz y un duelo posterior ante el invicto polaco Adam Kownacki como los siguientes dos enfrentamientos para Wilder, de modo que con ellos, teniendo lugar uno en otoño de este año y el otro en la primavera de 2020, se certificaría que verdaderamente la unificación total de la división no entra en los planes del equipo del titular WBC hasta finales del próximo año como mínimo. Todo ello sin poder pasar por alto que Arum asegura que Fury volverá a enfrentarse a Wilder también en 2020, por lo que el combate ante Joshua podría irse todavía más lejos en el calendario.
Asimismo, el caso de Luiz Ortiz (ligado también a PBC-Showtime) como truncado sustituto de Jarrell Miller para Joshua empeoró las cosas, hecho estrambótico en el que el promotor del púgil cubano, Jorge Carmenate, rechazó la oferta (6,2 millones de euros, mayor a las ganancias totales de su carrera hasta ahora combinadas. En su primer combate contra Wilder ganó 420.000€) sin ni siquiera comunicársela a su representado, alegando el negociador primero que Hearn le había humillado con una oferta bajísima para posteriormente admitirse la culpa desde el equipo de “King Kong”. En este incidente muchos vieron la mano del líder de PBC, Al Haymon, para sabotear a la competencia, idea que muchos creyeron respaldada por el hecho de que Ortiz entrase en las quinielas para ser el próximo oponente de Wilder después de Breazeale.
Sea como sea, tenga quien tenga la culpa y sea responsabilidad de unos o de otros, quien sale ganando de todas estas disputas es, como siempre, la cúpula de la industria boxística (algunos se ponen delante de las cámaras cada día, otros nunca) que, como en otros casos como el Mayweather-Pacquiao, son los principales beneficiados de atrasar la realización del combate más esperado del momento para maximizar sus ganancias hasta un punto ridículamente alto, manteniendo un baile de propuestas, contrapropuestas, rumores, filtraciones y confrontaciones dialécticas fingidas que sólo hacen que alejar artificialmente el duelo de dónde debería estar: sobre las dieciséis cuerdas de un cuadrilátero