Daniel Pi
@BastionBoxeo

Hasta hace poco se daba una importancia relativa a los récords invictos, siendo mayoritarias las estrellas que acumulaban derrotas sin que ello cuestionase su valía. Con todo, recientemente, acentuándose desde la era Mayweather, comenzó a dársele al cero en el casillero de derrotas una trascendencia absurda, casi un aura mística que parece sugerir que el estar invicto doblega a los adversarios incluso antes de que estos reciban los puños, estando manchado permanentemente quien es vencido.

La importancia que se le da a estar imbatido no sólo tiene detrás irracionalidad y desconocimiento. Y es que es cierto que un boxeador de principios del siglo XX que pelease en 15 combates en un año, perfectamente podía permitirse sumar una decena o más de derrotas en el margen de unas pocas temporadas y aun así conseguir finalmente una racha que le llevase hasta el mundial. En cambio, ahora, con los púgiles pugnando habitualmente tres, dos o una vez por temporada, una única derrota puede trastocar los planes a largo plazo cuando ya se rozaba la meta. Aun así, ni siquiera en nuestro tiempo una derrota merece ni remotamente el drama que se le suele dar, ya que el boxeo no consiste en tener el récord más bonito sino en aceptar riesgos buscando ser el mejor.

De todos modos, tanto antes como ahora, uno de los aspectos que más brillante hace al boxeo, si no es el que más, y que ha motivado que tantas épicas películas se filmaran y tantos libros se escribieran sobre el noble arte, es la capacidad de superación que, como una lección de vida, los púgiles dan al levantarse y seguir adelante cuando ensangrentados y maltrechos son vencidos. Con ello nos recuerdan que si después de ser literalmente vapuleado se puede seguir combatiendo en busca de la grandeza, los obstáculos que nos encontramos todos en del día a día y que nos parecen infranqueables son realmente nimiedades.

No obstante, para que este fabuloso mensaje pugilístico se materialice se debe ofrecer una respuesta mental que no es tarea sencilla, dado que no es fácil lidiar con la pérdida de confianza que se puede padecer, poniéndose de manifiesto que el boxeo tiene tanto de psicológico como de físico. Esta pugna, que tiene que ser ganada desde la audacia del boxeador, es un largo camino que poco a poco se va trazando, siendo el primer paso uno de no poca importancia. Este es el que dará “El Revolver” Kerman Lejarraga (27-1, 22 KO) cuando el próximo sábado en el Bilbao Arena se enfrente al mexicano Luis Solís (25-9-4, 21 KO).

“El Muecas” Solís no es un boxeador de un tremendo nivel, pero sí un combatiente con cierta destreza, mejor avanzando que retrocediendo, que tendrá ventaja en altura y envergadura y que posee pegada, una buena derecha y, sobre todo, muchísima experiencia. En su récord se pueden encontrar varios prospectos como Giovanni Santillán, Ryan Karl o Arnold Barboza junto a boxeadores con más recorrido como José Felix Jr. o el que fuera campeón mundial Antonio DeMarco, púgiles de calidad que lo derrotaron pero rara vez antes del límite.

En definitiva, Solís es un aguerrido y fogueado púgil que, sin que se le den grandes posibilidades, debería dar los rounds de intercambios y la competitividad suficiente como para devolver la moral y como para permitir trabajar en las necesarias mejoras que Lejarraga debe aplicar.

Y es que si para algo es útil una derrota es para mostrar qué aspectos se deben mejorar más (no para evidenciar que un púgil no vale), siendo uno de ellos la disminución de la rigidez del boxeo de un Lejarraga demasiado aplicado en la destrucción y los golpes de poder, táctica que asegura espectáculo y que en el caso del bilbaíno explota bien sus cualidades pero que desgasta pronto y que expone en exceso, algo peligrosísimo ante los boxeadores de nivel mundial.

Para responder a la pregunta que se plantean los púgiles que, como Lejarraga, han visto cortadas rachas de nocauts favorables sufriendo una derrota antes del límite, se ha optado por diversos caminos, de los cuales el más reciente ha sido el emprendido por Sergey Kovalev.

El tozudo ruso abordaba las peleas como una campaña de destrucción total en la que sólo se lanzaban puños para romper. Por ello, si sus rivales no cedían en una cierta cantidad de rounds o si le hacían fallar, terminaba por cansarse, más aún ahora que su trayectoria está más cerca del final que del comienzo. Finalmente, tras la derrota ante Eleider Álvarez, Kovalev contrató a Buddy McGirt, con el que logró una victoria crucial para su legado al realizar el experimentado entrenador un ajuste ideal: quitarle potencia a los puños de Kovalev y simplemente conectarlos para buscar ganar a los puntos, adquiriendo así el boxeo de “Krusher” una velocidad, una consistencia y un ritmo durante doce asaltos que le dieron una de las mejores victorias de su carrera.

Este ejemplo no quiere sugerir que Lejarraga debe reducir el poder de sus puños o que la solución sea olvidarse del nocaut, sino que si un púgil cabezota, completamente desarrollado y al final de su carrera, además hostigado moralmente por las controvertidas derrotas ante Ward y por un severo nocaut ante Álvarez, pudo cambiar sus tendencias combativas con éxito, ¿Qué no podrá hacer un Lejarraga de sólo 27 años y margen boxístico para superarse?

Sean cuales sean las lecturas que Lejarraga y su equipo hayan extraído y las soluciones necesarias al respecto, ahora se inicia una nueva andadura para el “Revolver”, nueva etapa que no comienza debido a que la derrota ante Avanesyan le ha “dejado en evidencia” como desafortunadamente se dice de cada púgil que sufre su primera derrota; todos los boxeadores que se enfrentan a adversarios de nivel de forma sostenida terminan siendo derrotados eventualmente.

No es una nueva etapa tampoco debido a que se tengan que modificar las proyecciones que de él se hacían (por ejemplo, sumaron derrotas en el ámbito continental antes de alcanzar sus cintos mundiales Castillejo, Campillo y Kiko) o a causa de que las esperanzas de algunos hayan podido verse decepcionadas precipitadamente.

Es una nueva era para su carrera ya que es ahora cuando tendrá que demostrar verdaderamente cuál es su grandeza, cualidad que se mide más por cómo de alto se alza uno desde una caída que por cómo de alto se llegó antes de caer.

Si no se cree esto y se piensa que esas frases sólo son tópicos, no hay ejemplos mejores que los que dan los más grandes boxeadores de todos los tiempos, quienes con sus carreras trazaron un camino imborrable que seguir para los boxeadores actuales, sea su nivel mundial, continental o nacional: si no se hubiesen producido las remontadas de Ali después de los tropiezos ante Frazier o Norton, de Louis tras ser roto por Schmeling o de Ray Robinson tras ser superado por LaMotta, Turpin, Maxim o Fullmer, ninguna de sus carreras habrían sido valoradas igualmente, es más, quizás no serían ya considerados los más grandes.

Las entradas para el combate todavía se pueden adquirir en goldboxingevents.es

La victoria de Solís se paga a 8,00 € por euro apostado, mientras que la de Lejarraga a 1,06 €. Además, el empate o combate nulo se paga a 26 euros.
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