Daniel Pi
@BastionBoxeo

Después de dos campeonatos mundiales sin excesivo interés en la madrugada del sábado en los que los monarcas eran abrumadores favoritos ante rivales considerados sin opciones, llegó el turno del duelo estelar en el College Park Center de Arlington (Estados Unidos) que, evidenciando una vez más el potencial de los encuentros bien emparejados, dejó una excelente y emocionante unificación entre los campeones mundiales WBO y WBC del peso superligero, respectivamente Maurice Hooker (26-1-3, 17 KO) y José Carlos Ramírez (25-0, 17 KO), que venció el segundo por KOT en el sexto round de una pelea con alternativas y duros cruces de golpes.

Pese a lo buena que resultó la pugna, el árbitro volvió a no estar a la altura, dado que en el primer asalto, cuando Ramírez pisó a su oponente y le lanzó un jab, el tercer hombre contabilizó como knockdown la caída a la lona de Hooker. No se puede saber si esto tuvo o no influencia en el resultado final, si bien ambos boxeadores parecieron dejar sobre el ring todo lo que tenían.

Para compensar la enorme ventaja en alcance del espigado Hooker, Ramírez recurrió a su jab con paso y a su avance apoyado en derechazos, logrando acortar la distancia lo suficiente como para continuar la iniciada ofensiva con su tremendo gancho de izquierda o nuevos directos. Por su parte, Hooker lanzaba su latigazo de mano adelantada para intentar mantener a distancia a su oponente, al que contragolpeaba con secos directo diestros y hooks zurdos.

Aunque ambos se llegaron con manos nítidas en todos los episodios, Ramírez creó inicialmente una tendencia positiva para él, logrando en el segundo y en el tercer asalto encerrar contra las cuerdas a Hooker e impactar fuertes andanadas de curvos no igualmente respondidas por su contrincante. Sin embargo, Hooker tuvo una mejor gestión de los tiempos del contraataque en el cuarto y en el quinto round, llegando con fortísimas manos que nivelaron las acciones. Estando así la situación, en el sexto asalto Ramírez hizo estallar por los aires la igualdad del choque con un croché zurdo que dejó muy tocado a su rival, que en el ensogado recibió una poderosa serie de rectos antes de que el árbitro, esta vez sí muy acertadamente, detuviese el combate.

No todos los boxeadores están dispuestos a tomar tales riesgos, pero Ramírez demostró que si se apuesta muy alto se puede ganar mucho. Y es que, peleando sin el apoyo de su promotora Top Rank y de su cadena aliada de ESPN, disputó una unificación bajo el paraguas de la compañía que representa a su oponente (Matchroom Boxing), desventaja que suplió con enorme coraje y ganas de vencer, gran planteamiento táctico y estratégico y capacidad de definición, logrando con todo ello proclamarse campeón mundial unificado WBC-WBO del peso superligero en una sensacional contienda con la que agrandó todavía más su preexistente potencial como posible estrella del pago por visión (esencialmente debido a su enorme apoyo entre la población mexicano-estadounidense).

Sin duda, la jugada no le pudo salir mejor a un Ramírez que, ahora más seguro aún de la conveniencia de ser ambicioso, quiere medirse en una unificación total de los cuatro títulos del peso superligero al ganador de la World Boxing Super Series, torneo del que Regis Prograis o Josh Taylor saldrá como doble titular unificado WBA-IBF de la categoría de los 63,5 kg.