José Manuel Moreno
Puro «show business». Los días previos a la pelea entre Manny Pacquiao y Brandon Ríos están sirviendo para poner el escenario de la pelea en el hotel Venetian, en la región administrativa china de Macao, al rojo vivo. No debe ser casualidad, sino más bien causalidad, que en un entrenamiento público de los dos contendientes, con la cámara de HBO por testigo, se liaran en un rifirrafe verbal y, lo que es peor, físico entre Álex Ariza, ex preparador físico del filipino, ahora trabajando para Ríos, y Freddie Roach, el afamado preparador de Pacquiao, aquejado desde hace años de la temible enfermedad de Parkinson. Todo casposo y de un estilo que ya en los 70 del pasado siglo, parecía «demodé». Pero así ha sido, es y será el boxeo, cuyos promotores están encantados con este tipo de «promociones» que solo resultan, en realidad, provechosas para los detractores del más noble de los deportes.
Las imágenes que acompañan esta información son suficientemente explicativas. Al más puro estilo de aquellas vísperas de los combates entre Muhammad Ali y Joe Frazier, donde los dos rivales y enemigos se liaban literalmente a palos con la mismísima televisión estadounidense en directo. Lo que ha cambiado es que ahora, a diferencia de aquellos dorados años, los que se insultan y vejan son los preparadores, en este caso Ariza y Roach, excompañeros de equipo y que hasta hace un par de años estaban a partir un piñón. «Nuestra hora era a las 11 de la mañana, y me dirigí a Robert García y entonces él me dijo que me fuera al carajo y vino Ariza y me pateó en el pecho», expresó Roach. Prestigiosos preparadores como Roach (miembro del «Salón de la Fama»), García y Ariza no se deberían de prestar a estos juegos tan vulgares. Y si todo esto no es montaje, apaga y vámonos.