En los últimos años parecían desterrados de nuestro pugilismo los combates desiguales, las reprobables prácticas de algunos promotores de ofrecer al aficionado peleas dispares entre los púgiles de su equipo y boxeadores de ínfima calidad. Llevábamos una buena temporada en la que los aficionados al boxeo estaban encantados con una nueva filosofía en el pugilismo, disfrutando últimamente de veladas con combates igualados, con peleas de resultado incierto y lógica emoción. Se estaban programando combates entre púgiles de similar nivel y hemos vivido excelentes peleas casi a petición del público.
Habíamos dejado atrás esa época maldita de linchamientos de boxeadores de tercera fila, rumanos, eslovacos, portugueses, en unos años de récords engañosos de algunos boxeadores españoles que acababan su carrera profesional en cuanto peleaban con alguien de cierta talla deportiva.
Parecían olvidados aquellos años, pero ha vuelto una racha igual o peor de veladas en las que están combatiendo “boxeadores” con nula capacidad, mínima experiencia amateur, si la tienen, y cuyo único objetivo es buscar la posición horizontal en el primer minuto de combate. Afortunadamente no es una práctica muy extendida, pero sí se ha dado últimamente en algunas veladas en distintos lugares de España.
Esos lamentables “púgiles” que se están ofreciendo a los promotores seguramente no sean ni boxeadores, con licencias de países extraños y lamentables comportamientos encima del ring. A ese tipo de “deportistas” no se les debe permitir pelear. Las federaciones tienen instrumentos legales de sobra para evitar estos desmanes. Es una estafa en toda regla para el aficionado que paga su localidad para ver boxeo de verdad, y gravísima irresponsabilidad de las Federaciones, que permiten que hasta aspirantes a títulos de Europa se enfrenten a debutantes que no saben ni ponerse en guardia. Se está admitiendo incluso que haya púgiles que no se presentan a los pesajes, provocándose diferencias de peso enormes que pueden desembocar en graves irregularidades legales y accidentes. Se hace la vista gorda con todo esto y puede llevar a un camino sin retorno al pugilismo español.
¿Cómo pueden permitir las federaciones nacionales, autonómicas o la autoridad competente, que suban al ring boxeadores sin experiencia a enfrentarse a boxeadores de mucho mayor nivel? ¿Y cómo se puede mercadear, ya no con púgiles, sino con carne al peso para hacer el paripé durante un minuto escaso encima del cuadrilátero?
Podemos retroceder en unos meses varios años de avance. No quiero ni pensar que alguno de esos combates, de irregularidades manifiestas, se hubieran presenciado en televisión, sería el descrédito de nuestro deporte.
Las federaciones miran para otro lado. Lamentable. ¿Se hará cumplir el reglamento de una vez en todos los niveles? ¿Se asumirá la responsabilidad legal?
Confiamos en que las Federaciones se pongan firmes, hay que evitar accidentes, parodias y estafas al aficionado, que puede abandonar las gradas definitivamente.