Julio González
Foto: Ungidos-Folledo, campeonato de España del peso wélter
Boxeador combativo y de gran fuerza, se aficiona al boxeo en 1956 y al año siguiente se corona campeón de España amateur en el peso superligero o intermedio como se llamó al principio.
Debuta como profesional en el peso wélter el 12 de junio de 1958 en Las Palmas contra César Llanos al que derroto por KO en siete asaltos.
Un año después se corona campeón nacional del peso wélter al derrotar a Abdelkader Ben Buker en Santander venciéndole por puntos. Aunque solo había pasado un poco mas de un año ya tenia una gran carrera desarrollada, pues llevaba disputados 23 combates contra los mejores boxeadores nacionales.
Esta victoria viene seguida por una seria de derrotas consecutivas, que parecía que su carrera llegaba a su fin. Pierde el título nacional contra Luis Folledo y vuelve a perder en un nuevo combate de revancha también con el título en juego contra Folledo, además es derrotado por Lelo Suárez, Vicente Moktar y Diego Infantes, los mejores wélter del momento.
Después de la derrota con Folledo decide encaminar su carrera y sube al peso medio y consigue buenas victorias, Carmelo Beraza, Lelo Suárez, Vicente Moktar, Ben Hamida, Daniel Toribio y Oscar Perretano, entonces es nombrado aspirante al título Medio. El 11 de junio de 1961 disputa en la Plaza de Toros de Torrelavega el título nacional del peso medio a Ramón Correa Pinazo venciendo por puntos en doce asaltos y conquistando el segundo título nacional de su carrera.
El 12 de octubre de 1961 anuncia que desgraciadamente abandona el boxeo profesional después de sufrir un desprendimiento de retina en el combate por el título nacional contra Ramón Correa. Su carrera llega a su fin después de ser aconsejado en tres ocasiones por el equipo médico que le había operado. El 12 de octubre de 1961 se le rindió un merecido homenaje en la Plaza de Toros de Santander con asistencia de seis mil aficionados y donde le fue impuesta la medalla de Oro de la Federación Española de Boxeo.
Como profesional disputó 44 combates, con 29 victorias, 13 derrotas y 2 combates nulos.
Quien escribe esta pequeña crónica de su vida, tiene la suerte de haberlo conocido en Santander en el año 2002 en la semana de los Campeonatos de España Amateur. Pasamos muchas tardes hablando de boxeo cuando que se acercaba a ver las peleas preliminares y puedo afirmar, que fue un hombre simpático, afable y de fácil palabra con los aficionados que se acercaban para saludarle.
Algo que nos gustaría destacar durante su carrera es que Ungidos se enfrentó en cuatro ocasiones con el vasco Carmelo Beraza, boxeador muy popular en España, aunque altanero y muy provocador, nunca desaprovechaba ocasión para calentar los combates, aunque Ungidos le derrotó en las cuatro ocasiones en que se enfrentaron.
Ángel Gutiérrez me contó que, en una de las peleas, Beraza le empujó fuera del ring teniendo que ser ayudado para poder subir con el siguiente escándalo por parte del público. Las peleas Ungidos-Beraza levantaron pasiones entre los aficionados cántabros y vascos.
Una tarde me confesó que el boxeador más difícil al que se enfrentó en su carrera fue el levantino Ramón Correa Pinazo que pese a ganarle por el título nacional del peso medio, “contra él noté los golpes más duros, la velocidad y su fortaleza física. Nada más terminar el combate cuando estaban esperado el veredicto después de los doce asaltos, Correa se acercó al rincón de Ungidos y le levantó el brazo de éste reconociendo su derrota de antemano”.
También uno de sus privilegios fue el combate de inauguración del Palacio de los Deportes de Torrelavega, el 1 de mayo de 1961, con el combate Ungidos-Moktar, con victoria por puntos del cántabro.
Hoy a pesar de haber pasado casi veinte años de aquellas tardes de charlas maravillosas y que todavía permanecen frescas en mi memoria, quiero hacer un modesto homenaje a un campeón. Nuestro compañero Carlos Lavín nos dio la noticia de su fallecimiento y escribió una breve y maravillosa crónica de Ungidos. Pero con respeto, no podía dejar este momento para recordarle y compartirlo con los aficionados.