Darío Pérez
@Ringsider2020
«El Gallo» Estrada (41-3, 28 KO) y «Chocolatito» González (50-2, 41 KO) unificaron sus títulos WBA y WBC supermosca en el American Airlines Center de Dallas, Estados Unidos, reeditando un combate que les enfrentó en noviembre de 2012. Román González, vencedor en 2012, cedió el centro del ring a Estrada al inicio de la pelea, para intentar recuperarlo en el segundo asalto, ante un «Gallo» Estrada que le conectaba más y mejores golpes hasta que, mediado este segundo episodio, Chocolatito conectó manos que hicieron estremecer a Estrada; cualquier otro hubiera acabado el asalto en horizontal, pero conocemos de sobra a estos dos guerreros, casi imposibles de aniquilar.
Precioso era el combate, no queríamos que finalizase cada round pese al sueño de los aficionados españoles, superadas las seis de la madrugada. Un toma y daca constante de dos guerreros que nos deleitaban de tres en tres minutos podía acabar en cualquier momento, dada la cantidad de golpes nítidos al rostro del respectivo oponente. Si los jueces no habían estado muy acertados en los combates previos, era imposible imaginarse lo que estarían deparando las cartulinas de los oficiales en este punto.
Como cronista, se intentaba ver lo que ocurría en cada asalto con la mayor imparcialidad posible; como espectador, una retahíla de onomatopeyas se sucedía round tras round ante lo trágico que se antojaba cualquier momento: «uuuuf, buah, aayyyy», era imposible reprimirse porque cualquiera podía caer. En todos y cada uno de los asaltos había no menos de veinte golpes de poder que, al verlos conectar, contenían la respiración ante la evidente probabilidad de derribar al oponente. Manos que habrían sido lesivas ante otros rivales de esta categoría, y nos atreveríamos a decir que alguna superior, en esta ocasión no hacían sino espolear a quien las recibía para sentirse obligado a lanzar algunas iguales o mejores.
Los asaltos de campeonato llegaban presididos por una tremenda incertidumbre, más allá del enorme disfrute que estábamos viviendo. Las puntuaciones eran dispares en los diferentes medios de comunicación y analistas en redes sociales, pero con una tendencia a favorecer al nicaragüense. Y es que González era quien, dentro de lo complejo que suponía dar una puntuación del combate sin ser remunerado con ello, daba la impresión de acertar más en el rostro de su antagonista. Así terminó la vibrante pelea, con González actuando contra lo que reza su DNI y acabando el choque poniendo en problemas a Estrada.
Los jueces sentenciaron 115-113 para González, 117-111 (otra barbaridad, como tantas esta noche) y 115-113 para Estrada, una decisión abucheada que no pareció reflejar lo ocurrido sobre el ring, donde Chocolatito pareció hacer más méritos para llevarse el triunfo a casa. Así lo refrendaron las estadísticas, donde el nicaragüense impactó más y con más precisión sobre su rival.