Julio González
Anteriormente relatamos el nacimiento del boxeo en España, pero singularmente uno de los boxeadores que más influyó en ese periodo fue el norteamericano Jack Johnson, primer campeón del mundo negro en la categoría del peso pesado.
El 26 de diciembre de 1908, “El Gigante de Galveston” Jack Johnson se convertía en el campeón del mundo del pesado al vencer a Tommy Burns, para sonrojo de la raza blanca. Johnson destacó en el póquer de boxeadores negros que por aquel tiempo despuntaba, Sam Langford, Joe Jeannette, Sam McVea y Harry Wills, el magnífico coloso que fue derrotado por el español Paulino Uzcudun.
La consecución del título mundial supuso para Johnson convertirse en uno de los hombres más famosos del mundo. La noche en la que ganó el cetro en Estados Unidos muchos ciudadanos negros se echaron a la calle para celebrar el triunfo. Otros tantos blancos, dolidos por lo ocurrido, quisieron repeler los festejos, ayudados en muchas ocasiones por la policía, produciéndose graves disturbios en más de cincuenta ciudades, que se saldaron con veinte muertos y multitud de heridos.
Como consecuencia, fue atacado por la política segregacionista que había promovido una ley contra la trata de blancas. Johnson se había casado por segunda vez con una mujer de raza blanca, Lucille Cameron, lo que irritaba a los más radicales. Con esta escusa fue procesado y condenado a un año de prisión. Para evitar la cárcel, Johnson se escapó del país en dirección a Europa. Se estableció en Londres, donde mantenía la corona mundial. En la ciudad del Támesis recibió una oferta para exponer su título en La Habana contra el gigante Jess Willard, que era un desconocido para el gran público. No se sabe a ciencia cierta si Johnson vendió la pelea, pero se dijo que lo hizo a cambio del perdón y de poder volver a casa sin cumplir la pena de cárcel. Lo cierto es que perdió el título mundial y no fue perdonado por la justicia americana, por lo que tuvo que volver a Londres. Él manifestaría con los años que le ofrecieron 100.000 dólares por dejarse ganar y conmutar la pena, con el combate de revancha, algo que nunca se produjo.
La primera vez que Johnson entró en España fue el 15 de mayo de 1915, desde Cuba con llegada a Santander, a bordo del barco Reina María Cristina, y desembarcó camino a París por motivos de negocios, pero antes se detuvo en Bilbao. El 16 de mayo, el excampeón del mundo de los pesos pesados Jack Johnson visita la capital vizcaína, alojándose en el Hotel Inglaterra, y visitó las instalaciones del gimnasio del Club Salón Olímpico, invitado por el presidente Sr. Antxón Bandrés. La visita fue un éxito para los socios del club y para la ciudad de Bilbao, que se echó a la calle para recibir al campeón de los grandes pesos.
La segunda vez que Jack Johnson llegó a España fue el 9 marzo de 1916. Con la excusa de pasar unos días de vacaciones se instaló en el lujoso Hotel Palace de Madrid. Vino acompañado de una “troupe”, su esposa Lucille, su sobrino Gus Rhodes, y su mánager británico Jack Morris, entre otros. También es cierto que la Guerra Mundial influyó en su decisión de detenerse en España. Jack conocía en Madrid al español “Chicorito”, un juerguista reconocido en Madrid, que se había hecho amigo de Johnson en las noches de fiesta de París en 1914. Chicorito lo presenta a la aristocracia madrileña, le enseña los locales de ocio de la capital y lo introduce en el mundo de los toros, algo que apasiona al boxeador. Conoció a Juan Belmonte y Rafael “El Gallo”, los toreros más famosos de la época.
Rápidamente se hace famoso por sus juergas en las noches madrileñas y como el tiempo pasa y el gasto es alto, decide que hay que hacer algo para poder rentabilizar el tiempo y efectuó una exhibición de boxeo, contra Franz Crozier. El 23 de marzo de 1916 debutó en Madrid contra Frank Crozier, en el Gran Teatro de Madrid, al que derrota por nocaut técnico. Crozier es un boxeador que había llegado a España en 1911, estableciéndose en Barcelona primero y después del encuentro con Johnson montó en Madrid la primera escuela de boxeo en la calle Jacometrezo. El combate es seguido por un gran número de madrileños que desean presenciar al boxeador en sus extravagancias. La pelea tuvo poco misterio, en cuanto Johnson golpeó a Crozier con algo de dureza el jamaicano se fue al suelo y después dos veces más casi sin golpearle, el miedo hizo bastante en el cuerpo de Crozier. Como el público protestó el resultado, Johnson hizo una exhibición con su sobrino Gus Rhodes, para dejar al respetable satisfecho de su trabajo, no en vano habían pagado 125 pesetas por el palco y 22 por la butaca, toda una fortuna.
Seguidamente el empresario catalán Juanito Elías contrató al excampeón para celebrar una velada en Barcelona, alojándolo en el Gran Hotel y presentando a Johnson en una velada celebrada en el Irisk Park unos días antes. Había llegado desde Madrid el 30 de marzo en el expreso y venia acompañado de su esposa Lucille y su mánager Morris. La intención era enfrentarlo a Arthur Cravan. El 23 de abril se celebró el combate en la Plaza Monumental de Barcelona. Johnson boxeó con Arthur Cravan, conocido en Barcelona donde daba clases de pugilato en el Real Club Marítimo y en el gimnasio Solé, pero también por actuar de árbitro en las reuniones de la capital Condal. El combate fue un paseo para Johnson, que desde el primer asalto se dio cuenta de que Cravan no era rival para él. El combate lo arbitró el profesor Tony Barton y Johnson hizo después del combate una exhibición para satisfacer a los aficionados que estaban decepcionados de la pelea; primero contra Kid Johnson y luego con su sobrino Gus Rhodes, algo que gustó mucho a los 5.000 aficionados que no llenaron la Monumental de Barcelona. Las entradas oscilaban, en primera fila a 125 pesetas y general desde 5 a 1,50 pesetas. Por este combate Johnson se embolsó la cantidad de 50.000 pesetas, una cifra desorbitada para la época.
Por primera vez en la historia del boxeo español, el combate se grabó en cine y además también se filmaron los entrenamientos anteriores al combate. Después de la pelea con Gravan, Johnson se quedó en Barcelona y el 26 de junio debutó como torero en Barcelona, asesorado por los Joselito y Belmonte. Seguidamente se marchó a Valencia. En Valencia es recibido como un héroe, y después de unos días fue a Sevilla, donde pretendía hacer su presentación en la Plaza de Toros de la Maestranza. El domingo día 8 de julio a las diez de la noche hizo una exhibición con Gus Rhodes. Al hotel donde se alojó en Sevilla acudió a buscarlo Rafael “El Gallo”, quien lo acompañó por las terrazas para tomar unas manzanillas, que hacían las delicias del campeón.
Tras abandonar la Península, regresó a Madrid en febrero de 1918 y el día 5 se enfrentó a Blink McCloskey en el Circo de Price de Madrid, al que venció por nocaut técnico. Recorrió todos los sitios de ambiente en la capital y asistió a los restaurantes de moda, donde degusta el típico cocido madrileño, que se servía por dos reales. Días después se marchó al litoral mediterráneo, donde emprendió una gira por Valencia. El valenciano Joaquín Rodríguez “Quino” se convirtió en su secretario durante su estancia. Se exhibió en el Teatro Principal y Bataclán, locales de moda en la capital valenciana. El 12 de ese mismo mes vence por nocaut en el Teatro de la Gran Vía a Bill Flint.
Finalizada su andadura en España, pone rumbo a México. En Estados Unidos se escribieron varios libros sobre el campeón en los que se mencionaba su deseo de regresar a España en los años que precedieron a la Guerra Civil. El 10 de junio de 1946 sufrió un accidente de tráfico al chocar contra un camión que le produjo la muerte, cuando se encontraba en Raleigh (Carolina del Norte). El cadáver del campeón fue trasladado a Chicago el 13 de junio, y tras ser embalsamado fue expuesto en la Iglesia batista de Pilgrim. La revista The Ring designó a Johnson como el mejor peso pesado de todos los tiempos, tras defender el título en varias ocasiones, estatus que perdió años después con la aparición de sucesores como Joe Louis.