Dario Pérez
@Ringsider2020

Si algunos pensaban que la seriedad de los organismos de boxeo estaba bajo mínimos, el WBC ha dado otra muestra de que siempre se puede ir a peor.

Su campeón mundial del peso pesado, Tyson Fury (33-0-1, 24 KO) ha sido indultado por el Consejo a la hora de no ser despojado del título. Su falta de voluntad para la unificación total con Oleksandr Usyk y el hecho de elegir a un luchador de MMA, Francis Ngannou (0-0, 0 KO), que no tiene ninguna pelea de boxeo en su hoja de servicios, no son considerados suficientes argumentos por el organismo mexicano para actuar velando por los intereses de este deporte (lo que últimamente sería más excepción que regla).

Además, la faja de Fury no estará en liza, aunque no descartamos que el WBC se invente uno de sus ya famosos cinturones ad hoc, como el «Cinturón Guerrero Jaguar Zapoteca» que introdujeron en el Canelo-Golovkin 3.

Hay que recordar que Fury defendió dos veces su cinto en 2022, la primera en abril contra su retador impuesto, Dillian Whyte, y la segunda en diciembre ante un aspirante elegido, Dereck Chisora, elección claramente decepcionante con la cantidad de buenos peleadores existentes en el peso pesado. Ahí fue cuando Deontay Wilder y Andy Ruiz, primeros clasificados en listas WBC, debieron acordar una eliminatoria mundial para ser el siguiente rival del Gypsy King, pero no lo hicieron. Ahora, Fury toma una ruta mediática, pero más que censurable a nivel deportivo, de la que se van conociendo nuevos datos, como el hecho de tener una cláusula de revancha en caso de perder contra el camerunés de 36 años.

Eso, el no darse un Wilder-Ruiz, es lo que ha provocado que Mauricio Sulaimán, máximo exponente del WBC, justifique a Fury por pelear contra un debutante y no destrone al británico. ¿Y no podría haber sido más lógico, si los primeros clasificados no peleaban, haber ido a los siguientes en las listas? Desde luego, con Anthony Joshua y Arslanbek Makhmudov en los números tres y cuatro se pudieron dar bonitos cruces.

Fue mejor dejar pasar el tiempo y hacernos tener, como aficionados, una vez más la sensación de que esta buena generación, ya veterana, de pesos pesados pudo darnos mucho más de lo que nos otorgó; día a día, se comprueba que los organismos fueron cómplices tan necesarios como inestimables.