El británico Conor Benn ha anunciado en redes sociales que puede volver a pelear tras el fin de su proceso iniciado por dopaje. Su comunicado no aclara gran cosa acerca de su culpabilidad o no, simplemente que se ha dado carpetazo al asunto por la UKAD (la agencia antidopaje británica).

La consecuencia directa es que Benn podría volver al ring de manera inminente, algo de lo que está deseoso su promotor, un Eddie Hearn que siempre ha defendido la inocencia de su representado, pese a las evidencias del doble positivo.

Deberíamos recordar lo rocambolesco del positivo del contendiente del peso wélter, anunciado en la misma semana de su pleito contra Chris Eubank Jr. por una filtración a un periódico, no por la comisión británica de boxeo ni por organismo alguno. De no haberse producido la intervención de la prensa, muy probablemente todo se habría guardado debajo de una manta y la pelea, con un púgil dopado según las analíticas, se habría llevado a cabo. El padre del rival, Chris Eubank Sr., con unas declaraciones que nadie entendía pidiendo que su hijo abandonase la pelea porque corría peligro, fue el único que puso cordura al asunto, además de probar que todos sabían lo que estaba pasando y aun así, iban a dejar que el combate se diera.

El WBC, para variar, tuvo una actuación arbitraria en este caso y exculpó prematuramente a Benn creyendo su rocambolesca historia de la ingesta masiva de huevos contaminados. Para huevos, con perdón, los de algunos.

Que el caso de la UKAD se dé por cerrado no quiere decir que se haya dictaminado que Benn sea inocente; únicamente se difunde que ya no se le prohíbe pelear. De hecho, nunca ha aparecido la muestra B para el contraanálisis, como sucediera con otros asuntos de dopaje en el boxeo británico reciente. De hecho, hay quien especula que se ha archivado el tema tras haber cumplido el boxeador una sanción encubierta, o no anunciada de diez o doce meses, dependiendo de cuándo hubo la primera constancia del positivo. Desde luego, aquí nadie sale reforzado de cara a su imagen.