Se está demostrando que, pese a la dificultad de firmarlos por lo obstinados que son algunos promotores, los problemas que ponen las plataformas de televisión para tener exclusividad y los egos de mucha gente del boxeo, los grandes combates son rentables a nivel económico.

El pasado sábado, se medían en el T-Mobile de Las Vegas los dos mejores pesos wélter de la actualidad, Errol Spence Jr. y Terence Crawford, buscando unificar sus cintos para encontrar al campeón absoluto de la división. Es una pelea que se podría, y debía, haber disputado hace algunos años, pero no pudo llegarse a un acuerdo entre promotoras y equipos.

Sin embargo, todavía era una pelea que suscitaba mucho interés por parte de los aficionados, y, pese a que las preliminares no se acercasen ni remotamente a lo que antaño nos tenían acostumbrados este tipo de pugnas, las puertas del recinto colgaron el tan ansiado por los promotores «SOLD OUT» (todo vendido).

La recaudación obtenida de los veinte mil espectadores reunidos en el T-Mobile fue de 21 millones de dólares (más de 19 millones de euros), siendo una de las mayores de la historia en la ciudad que nunca duerme. El buen boxeo, siempre que haya mercado, sigue siendo un gran negocio.