Darío Pérez
@ringsider2020

La promotora británica Boxxer inauguraba su nueva temporada en el Manchester Arena en la tarde de este sábado, primer fin de semana de septiembre. El evento fue menos vistoso de lo que en un principio apuntaba, aunque dejó detalles interesantes para el futuro a medio plazo.

Liam Smith (33-4-1, 20 KO) y Chris Eubank Jr. (33-3, 24 KO) se veían de nuevo las caras tras noquear el primero al segundo sin paliativos hace meses, pero esta vez las cosas sucedieron de manera muy diferente. ¿Qué porcentaje de ello le otorgamos a que Smith se torciera el tobillo al empezar el combate y cuál a que Eubank trajera un plan de pelea más ordenado y pautado? Eso ya depende de cada uno. Lo que está claro es que una lesión siempre acarrea una falta de movilidad al desplazarse, algo que el vencedor aprovechó desde el principio para imponer su ley con el jab. Era meridiano que Smith no era el que conocemos y que Eubank, que abusó del agarre (con la permisividad arbitral tan aborrecible como siempre en Reino Unido) hasta que se vio a su rival muy diezmado, podía dominar la pelea si no se salía del plan.

En el cuarto round, llegaba el primer derribo; era cuestión de tiempo que Eubank fuera minando la resistencia de Smith, muy a disgusto en cada apoyo del pie; pero la mano adelantada abriendo la guardia, muy permeable esta noche, de Beefy y los uppercut dominantes son todo mérito de Eubank, serio y centrado toda la noche tras el cambio de equipo. Antes de que el árbitro parase la pelea y evitase una innecesaria agonía en el décimo capítulo, Smith volvía a poner rodilla en tierra y trataba de frenar el aluvión por parte del rival; por suerte para él, su tobillo maltrecho y su ceja abierta, Kevin Parker (que comenzó bastante mal, permitiendo agarres y golpes de conejo, pero terminó con esta buena decisión), decretó el fuera de combate y un futuro incierto para ambos peleadores.

Como anécdota, Eubank pidió a Gennady Golovkin por la pelea para, según sus propias palabras, arrebatarle sus cinturones. Se nota que el británico no lee ESPABOX para informarse de la actualidad del boxeo mundial, pues el kazajo ya no ostenta ningún título mundial desde hace meses.

Como atracción coestelar, vimos diez asaltos en el peso superligero protagonizados por el británico Adam Azim (9-0, 6 KO), que volvía tras unos meses lesionado, ante el ucraniano Aram Faniian (23-2, 5 KO). Fue, usaremos una lítote, no de las mejores peleas que hemos visto a Azim, considerado en Reino Unido como una de sus mejores promesas con solo 21 años de edad. Estuvo espeso el local, empezando demasiado lento y sin cadencia en sus arrebatos ofensivos, como si no fuera el Azim que conocemos. Poco a poco se fue entonando y sacando lo mejor de intercambios con escasa relevancia y poco lesivos, sin estar el nocaut, ni siquiera el derribo, tocando la puerta de Manchester. Las puntuaciones de 100-90, 99-91 y 98-92 parecen (más las primeras) excesivas ante algunos asaltos muy competidos en la primera mitad de la contienda; esperemos que Azim tome nota y busque superarse, algo que su juventud le permite, en próximas apariciones.

El medallista olímpico Frazer Clarke (8-0, 6 KO) se midió en duelo británico a David Allen (21-6-2, 18 KO). Fue una pelea realmente difícil de explicar a nuestros lectores, ya que lo extradeportivo excedió a lo que iba ocurriendo en varios asaltos de poca acción y decepcionante rendimiento por parte de Clarke. Parece claro que este no llegará a la élite, como muchos habían predicho, puesto que a un púgil como el White Rhino le dominó con lo justito y, en el fragor de la batalla, le fueron sustraídos varios puntos por golpe bajo, siguiendo con la polémica de hace una semana. La providencia quiso que Allen sufriera probablemente una avería en la mandíbula (en forma de rotura) o el tímpano (perforación) al final del sexto asalto, justo cuando Clarke veía en peligro su condición de invicto por la potencial descalificación si ejecutaba una mano más en la zona testicular. La retirada supuso el triunfo de un Big Fraze al que la noche de hoy no le benefició a la hora de postularse para noches de blanco satén, boxísticamente hablando, con perdón de los Moody Blues.

En la cita teóricamente más igualada de los cruces preliminares, se disputó el título británico y Commonwealth supermedio entre el campeón, Mark Heffron (29-3, 23 KO), y el aspirante Jack Cullen (22-4-1, 9 KO). Fue un conflicto de estilos, con Heffron buscando entrar en la distancia del espigado Cullen, que prefería esperar con manos que mantuvieran la distancia y contraataques para marcar territorio. El poseedor del título parecía llevar algo más de peligro al penetrar en la guardia de esa torre que tenía enfrente y fue llevando la pelea con solvencia hasta un tercer asalto que cambió todo: en un intercambio, el larguísimo Cullen finalizó con un croché de izquierda, con poco recorrido, que explotó en la mandíbula de Heffron. Este intentó levantarse rápidamente, pero volvieron a aflojársele las piernas y ahí concluía la pelea, con un zarpazo fugaz del exaspirante europeo que ahora, de nuevo, buscará rédito deportivo y buen parné para su carrera pugilística.

La estadounidense Mikaela Mayer (19-1, 5 KO) se impuso tras diez asaltos a la veterana italiana Silvia Bortot (11-3-1, 3 KO). Mayer fue campeona unificada superpluma, hizo su pelea previa en ligero y hoy luchaba en el límite superligero; tras la pelea, aseguró que estaba poco a poco adecuando su cuerpo para subir al peso wélter y retar a la campeona Tasha Jonas, un ascenso de peso radical en un año. Por lo que respecta a la pugna de hoy, muy superior la americana a la transalpina, con más ritmo, variedad de golpes y acierto. Pese a ello, se le vieron las típicas carencias defensivas y recibió algunas manos que ya, en estos tonelajes, se empiezan a acusar. El árbitro puntuó 100-90 para Mayer razonablemente.

Casi una hora antes (lo de las esperas interminables en el boxeo es un tema que debería tratarse urgentísimamente), el albanés Florian Marku (13-0-1, 8 KO) volvió tras un año inactivo noqueando en un minuto al desbordado irlandés Dylan Moran (18-2, 8 KO). Marku avasalló a su rival hasta la parada arbitral, y pidió dar ya el paso adelante a sus treinta años con su promotor delante, citando a potenciales adversarios como Josh Taylor, Conor Benn o Kell Brook en la entrevista postpelea.

Previamente, la campeona en Tokio 2020 Lauren Price (5-0, 1 KO) venció a la zambiana Lolita Muzeya (18-2, 10 KO), tras dominar la pelea hasta que hubo que ir a las cartulinas en el sexto parcial por un choque de cabezas. 60-53 fue el resultado, reflejando el dominio de la británica y una caída de la africana en el quinto round.