Darío Pérez
@ringsider2020

El Wembley Arena de Londres (Reino Unido) ha sido la sede de una velada que Queensberry Promotions ha organizado, con una gran atracción de peso pesado muy por encima de todas las demás, francamente mal casadas en su mayoría.

El cruce estelar, protagonizado por el Joe Joyce (15-2, 14 KO) y Zhilei Zhang (26-1-1, 21 KO), es difícil de clasificar para quien acaba de vivirlo. El acusado cambio en la masa corporal de Joyce, once kilos más que en abril, no dio ningún resultado positivo, sino que ralentizó de manera perjudicial los ya de por sí lentos movimientos del británico. Tras un primer asalto de tanteo, monótono, con el local moviéndose circularmente para evitar la izquierda del oriental, en el segundo Zhang sacó esa mano atrasada en varias ocasiones para mostrar la debilidad de Joyce; lento, tardo, este no podía quitarse los golpes del visitante y cada vez más atenuaba la sensación de que esto iba a terminar como el primer envite. Y así fue.

Una combinación, en el tercer parcial, de Zhang compuesta de dos crochés, el primero al cuerpo y el segundo, ligeramente ascendente, al rostro de Joyce daba con este en el suelo. Sin paliativos y con la mano derecha, así ha noqueado el sorprendente asiático a un púgil que parecía inexpugnable hasta su primer encuentro. Ahora, Zhang pide lo que merece, la oportunidad por el título mundial que ya le fue negada cuando unas negligentes cartulinas le dieron perdedor en eliminatoria IBF contra Filip Hrgovic. Ya es campeón interino WBO de pleno derecho, sin cláusulas contractuales arrastradas que comprometan su futuro. Con 40 años, reclama su lugar en la historia demostrando que la edad, al menos en su caso, es solo un número.

Anthony Yarde (24-3, 23 KO), en calidad de combate de semifondo, volvía al ring tras su derrota mundialista con Artur Beterbiev para enfrentarse al veteranísimo portugués Jorge Silva (22-9, 12 KO), adversario llamado a última hora y combatiente supermedio en toda su carrera. Era de suponer, tónica de todas las peleas previas a la principal de la gala, el desarrollo de la película: supremacía sin paliativos para Yarde, que fue poco a poco subiendo de marcha y demolió al luso en menos de dos capítulos completos. Reencuentro con el triunfo para el exretador semipesado, aunque la experiencia boxística como tal no le habrá aportado demasiado para futuros retos.

Con anterioridad, el peso pesado, aún adolescente, Moses Itauma (5-0, 2 KO) prevaleció sobre Amine Boucetta (7-9, 0 KO) en medio asalto. Un uppercut abrió el camino del triunfo para el pequeño de los Itauma, que se lanzó con fiereza sobre el belga para acabar con las hostilidades. Mucha superioridad para el joven de 18 años sobre un oponente tremendamente inferior en tamaño, pegada y técnica; así, todo hace pensar que Itauma volverá a subirse al cuadrilátero en pocas semanas para continuar con su aprendizaje.

Para sorpresa de casi nadie, la mejor propuesta de los preliminares a nivel de emoción tuvo lugar entre Pierce O’Leary (13-0, 7 KO) y Kane Gardner (16-3, 7 KO), por un título intermedio WBC superligero. Fueron diez asaltos con el irlandés superior, pero las arremetidas de un Gardner quizá muy reservón en la primera mitad del encuentro animaron los últimos rounds. O’Leary también presentó un corte que hizo crecerse al británico, pero no pasó demasiados apuros en ningún momento, imponiéndose por un excesivo 100-90 y doble 99-92.

Como se preveía por la escandalosa diferencia de niveles, cita sencilla para el supermedio británico Zach Parker (23-1, 17 KO), que apalizó al veteranísimo francés Khalid Graidia (10-13-4, 2 KO). Fue una golpiza en toda regla hasta que la esquina del galo decidió no salir al octavo asalto de los diez pactados. Tirón de orejas virtual para el matchmaker de Frank Warren por proponer un rival así, con todos los respetos al honrado Graidia, para un boxeador que estaba pugnando por un mundial interino hace unos meses.

En el peso crucero, tuvimos la participación española de la gala. El británico Tommy Fletcher (6-0, 5 KO) venció por KO técnico a Alberto Tapia (3-5, 2 KO) en el cuarto asalto, tras cinco derribos. Fue muy superior el local ante un valiente Tapia, que fue alcanzado repetidamente en la zona central del abdomen hasta que el combate tuvo que ser detenido por el árbitro y la esquina del asturiano, toalla mediante, al alimón.