Darío Pérez
@ringsider2020
Foto: Matchroom

El Hotel Caribe Royale de Orlando (Estados Unidos) fue sede la pasada madrugada de una función por parte de Matchroom Boxing que resultó desigual, entretenida a ratos y con menos actividad entre las dieciséis cuerdas en otras fases.

La pelea de fondo fue desigual, a doce asaltos en el peso superligero, entre los estadounidenses José “Chon” Zepeda (37-4, 28 KO) y Richardson Hitchins (17-0, 7 KO), cediendo el primero el testigo generacional. Empezó el veterano cogiendo el centro del ring e intentando marcar su ritmo, pero Hitchins ya en el segundo round mostró sus mejores artes pugilísticas dominando la distancia, poniendo aire entre ambos y contraatacando con maestría. El voluntarioso Zepeda no conseguía encerrar al mejor dotado oponente en las cuerdas ni impactar sobre su anatomía, en constante movimiento. Se anotaba de esta manera muchos asaltos el escurridizo y elusivo Hitchins, que solo en contadas ocasiones permitía que le tocase el californiano; este ya seleccionaba más sus ofensivas tirando de experiencia, consciente de que estaba ante un hueso duro de roer que se encontraba cómodo esperando, agazapado como un depredador en la sabana a su presa.

Desgraciadamente para quienes veíamos llegar las 6:00 de la madrugada, no fue el pleito más intenso y entretenido, destacando por lo negativo dos cabezazos involuntarios. El segundo de ellos, ya hacia el décimo asalto, provocó un corte en la parte inicial del cabello que incomodó mucho a Zepeda por la caída de sangre hacia los ojos y mermando aún más sus opciones. Hitchins terminó la noche gustándose con mayor, midiendo el riesgo al ser consciente del mal estado del contrario y alguna incorrección en forma de amarres. Como en el resto de combates emitidos, tocó escuchar a los oficiales a pie de ring, que dieron 120-108, 120-108 y 119-109 para Hitchins en lo que resultó ser un fin de fiesta aburrido

Como semifondo, Conor Benn (22-0, 14 KO) fue invitado a la fiesta, con sus casos de dopaje pendientes de resolver a este lado del Atlántico, para vérselas con el mexicano Rodolfo Orozco (32-4-3, 24 KO) en el peso superwélter. Y lo que parecía trabajo fácil para el británico tras golpes contundentes a Orozco en los dos primeros asaltos, lo que hacía presagiar una noche corta y plácida para el amante de los huevos, se acabó complicando. Y no nos referimos a que la victoria peligrase para Benn, sino que el azteca aguantó manos durísimas a lo largo de los diez capítulos; y no solo eso, sino que incomodó al inglés con algunas ráfagas esporádicas al arrinconarle constantemente contra las cuerdas para evitar que los brazos de Benn describieran amplias trayectorias. Fue un largo y tortuoso camino, que dirían Lennon y McCartney, para el anoche retornado al ring en el sentido de que tuvo que sudar más de lo que esperaba, aunque la diferencia de desempeño boxístico fue tan grande como se preveía. Dos de los jueces emitieron un sensato 99-91 para Benn, pero el otro, probablemente de espaldas al ring, puntuó 96-94 para el aún invicto, algo absolutamente injustificable.

Igualmente, se celebró la interesante unificación mundial del peso wélter femenino entre la veteranísima campeona WBA-WBC Jessica McCaskill (12-3-1, 5 KO) y la poseedora del cetro WBO Sandy Ryan (6-1-1, 2 KO). Tras un inicio más sólido de Ryan, la estadounidense se intentó afianzar con más actividad y su boxeo más heterodoxo, con golpes en trayectorias extrañas y guardia de brazos caídos. Poco a poco, la visitante fue solidificando sus opciones con un boxeo más correcto, lineal, y un buen trabajo al cuerpo de McCaskill, que en ciertos asaltos como el séptimo se hizo más que evidente. También pudo ser un factor la diferencia de edad, nueve años más para la local, y de tamaño, siendo Ryan mucho más fuerte y grande, por lo que McCaskill perdió bastante precisión en muchas fases al avanzar el entretenido duelo. Se puede considerar que fue un pleito con alternativas dentro de cada parcial y dos propuestas muy diferentes, pero Ryan tuvo casi siempre las acciones bajo control. Los jueces lo vieron con un abucheado 97-93 para McCaskill, 96-94 para Ryan (que incluso se nos queda corto) y 95-95, un empate que agitó las redes y se antoja injusto para una superior británica y provoca que cada una conserve los cinturones que aportaban a la cita.

Para abrir la emisión, Ammo Williams (15-0, 10 KO) tuvo que adivinar si se encuentra listo para los grandes combates del peso medio con el canadiense Steve Rolls (22-3, 12 KO) en la esquina rival. Y fue una decepción su rendimiento, pues se mostró perezoso, selectivo, tedioso por momentos, mostrando que su mejor acción es el contragolpe. Sin embargo, para permitirse ejercer esta suerte con eficacia hay que ser un virtuoso técnico, y Williams no lo es al más alto nivel, por lo que recibió bastantes guantazos del voluntarioso Rolls. El boxeo cansino del favorito le permitió aun así imponerse debido a las limitaciones del rival, ya además de 39 años, con un triple 97-93 tras los diez asaltos consumidos.

No hubo sorpresa alguna en los combates preliminares a la parte televisada. Triunfos estadounidenses, de este modo, del semipesado Khalil Coe (7-0-1, 5 KO), el superwélter Jeovanny Estela (13-0, 4 KO) y la supermosca Jasmine Artiga (11-0-1, 5 KO), así como de quien parece que antes dará el salto a las carteleras principales, el superligero cubano Orestes Velázquez (8-0, 7 KO).