Darío Pérez
@ringsider2020

La tarde de este sábado en el Sheffield Arena de dicha ciudad, Matchroom Boxing ha organizado una velada marcadamente británica y con un derbi local como colofón que acabó en traca, habiendo premio en forma de título mundial WBA del peso pluma.

Llegaba como campeón Leigh Wood (28-3, 17 KO) y en condición de aspirante Josh Warrington (31-3-1, 8 KO), uno de los boxeadores más sucios del panorama mundial y muy aborrecido por la afición española por su combate ante Kiko Martínez. El combate empezó con el estudio justito, ya que las arremetidas del retador hacia delante eran constantes aunque, sabedor de que el rival era británico y la bula arbitral sería menor, con más tiento que otras veces.

Con excepción del segundo round, de buen trabajo de Wood, era Warrington el que se imponía con su boxeo rápido de entradas y salidas en casi todos los asaltos, combinando esas acciones meritorias con golpes bajos, alguna muestra de su poder con la testa y demasiados impactos en la nuca, lo que hizo que le quitasen un punto en el séptimo parcial.

Ese séptimo asalto sería decisivo a la postre. Un Wood sin muchas ideas, cambiado de guardia inútilmente pesado y lento de piernas, mermado por las andanadas precisas de su oponente y con un corte en el ojo decidió practicar el escapismo, como cuando noqueó a Michael Conlan casi sobre la última campana.

Una combinación de múltiples impactos a la contra, arrinconado en las cuerdas y con la lid cuesta arriba mandó al piso a Warrington, que era golpeado con quirúrgico cuidado según se desplomaba. El de Leeds se levantó según sonaba el final, bailando sin acompañante, mientras Michael Alexander, con buen criterio, decidía finalizar la cita porque la campana no puede salvar. Fuera un golpe de suerte, una cuidada superchería tras hacer confiarse a su pareja de danza o un nuevo ejercicio de escapismo, Leigh «Houdini» Wood lo volvió a hacer.

Somos humanos y pido a los lectores de ESPABOX indulgencia, no negaremos que casi toda la afición española (y entre ellos quien firma estas líneas) se acordó de tantas perrerías a Kiko, al Bronco y al Venado para esbozar una maliciosa sonrisa cuando se resolvió la refriega.

Terri Harper (14-1-2, 6 KO) y Cecilia Braekhus (37-2-1, 9 KO) pusieron la nota femenina al evento, disputando los títulos WBA y WBO superwélter en un duelo suspendido con anterioridad. Fueron diez asaltos de no excesivas hostilidades ni impactos nítidos, pero estuvo más activa la noruega de origen colombiano que Harper, con bastante menor tamaño y, quizá por eso, bastante más reservona que en apariciones anteriores.

Se puede aceptar que el pleito fue cerrado, pero bien es verdad que dio mejor imagen Braekhus y dejó la sensación de que, en los pocos cruces en el centro del ensogado, conectaba los mejores golpes. El veredicto de los jueces fue de doble 95-95 (al límite de lo aceptable) y un irrisorio 97-93 para Harper de Bob Williams, que las lía igual arriba que abajo del ring y pone de manifiesto el sinsentido de que alguien pueda ser juez y parte: un combate entre inglesa y extranjera no puede tener árbitro y juez británico, algo que ocurre muy habitualmente en las veladas de Eddie Hearn y ante lo que los organismos, más pendientes de cobrar cánones que de garantizar limpieza en el boxeo, siempre obvian. Tras el empate, Harper mantiene el mundial WBA y el WBO seguirá vacante.

La contienda anterior fue el duelo británico (con título intermedio WBA del peso medio en liza y eliminatoria para el nacional) entre Kieron Conway (20-3-1, 5 KO) y Linus Udofia (18-2, 9 KO). Fue un cruce extraño, que se mantenía relativamente igualado y no se acababa de decantar por ninguno de los protagonistas, pareciendo ir hacia la consumación de los doce asaltos y un papelón para los jueces. Sin embargo, Conway aumentó su ritmo y puntería en el quinto capítulo, especialmente con un croché que culminó el trabajo previo y cerró el ojo de Udofia sin solución de continuidad. Por eso, el árbitro Howard Foster paró la pelea nada más comenzar el siguiente round sin ni siquiera precisar del médico por el ojo totalmente tumefacto del perdedor esta noche.

Vivimos también en Sheffield la eliminatoria pluma para el título británico entre Hopey Price (12-0, 5 KO) y Connor Coghill (14-1, 1 KO). Fue un excelente duelo de alternativas que Price estuvo a punto de perder en el segundo asalto, pero se comió la mano de KO de Coghill y fue poco a poco a más hasta derribar al de Hull en el sexto, undécimo y duodécimo episodios. Finalmente, el pésimo árbitro Bob Williams, hierático y permitiendo incorrecciones por doquier, paró las acciones por la clarísima inferioridad existente. Buen triunfo de Price, del que tendrá que aprender para el futuro si quiere llegar a cotas mayores.

En la parte sin televisión, el español Francisco Rodríguez (1-18, 1 KO) aguantó los seis asaltos pactados en el peso gallo ante el local Koby McNamara (6-0, 0 KO), aunque no tuvo opciones e incluso fue derribado en el sexto. El árbitro puntuó la pelea 60-53 para el británico.