Tras su derrota sin paliativos el pasado sábado, Francis Ngannou tiene su propia teoría para explicar el pobre rendimiento que ofreció en Riad.

Anthony Joshua noqueó al excampeón UFC que tan buena imagen había dado en su debut como boxeador frente a Tyson Fury. Joshua solo necesitó dos asaltos para penetrar, como diría Jaime Ugarte, como cuchillo en la mantequilla en la permeable guardia de Ngannou. El franco-camerunés fue derribado en varias ocasiones hasta que se paró el envite.

Ngannou ha comentado que “no era mi día. No me sentí bien, no estaba preparado para la pelea, tuve un día en el que no era yo. Pensé que en el calentamiento me activaría, pero tampoco, me estaba quedando dormido en el vestuario. Por eso me tomé mi tiempo, pensando en qué me estaba ocurriendo, tenía sudores. No estoy quitando un ápice de todo lo bueno que hizo Joshua, pero ese día no era yo. Sin embargo, pronto volveré para afrontar un nuevo desafío”.

Parece que en esa última frase se resumen las palabras del boxeador de nuevo cuño, pues no ofrece ninguna base sólida sobre su deficiente técnica y pésima actuación. El dinero saudí es demasiado goloso como para bajarse del barco.