El británico Tyson Fury, excampeón mundial WBC del peso pesado, siempre es noticia cuando realiza declaraciones en sus redes sociales o para la prensa.

Fury perdió su imbatibilidad hace unos meses en la unificación de la categoría máxima ante el ucraniano Oleksandr Usyk. Ahora ya está empezando a preparar la revancha de esa dura pelea, que se dará también en Riad (Arabia Saudí) el 21 de diciembre. A sus 36 años, se aproxima el final de su carrera, que ha alternado grandes triunfos y periodos más oscuros.

Ha confesado en estas últimas horas que «llevo mucho tiempo enamorado del boxeo, pero probablemente ya estoy en el final de mi etapa profesional. Ha sido una relación de amor-odio y a veces incluso tóxica, siempre muy intensa. He pensado en abandonar muchas veces, pero siempre acaba atrayéndome de nuevo y no lo hago. El boxeo es adictivo y yo soy una persona propensa a las adicciones; este deporte abusa de mí, de mi mente y de mi cuerpo, pero me atrae más de lo que nunca lo ha hecho cualquier droga».