Aún colea el combate que disputaron en abril Devin Haney y Ryan García, duelo que pareció ganar este último y finalmente fue decretado como pelea sin resultado, tras el positivo de García por dopaje.

Esa noche, el de Los Ángeles sorprendió al mundo en Brooklyn, puesto que Haney estaba invicto y se había mostrado inexpugnable hasta la fecha, campeón indiscutible del peso ligero. Por el contrario, García había sido noqueado por Gervonta Davis y derribado anteriormente en su carrera; además, había mostrado comportamientos inestables psicológicamente en la preparación al choque, además de hechos como el ser adicto a las bebidas alcohólicas, y se pasó de peso en la báscula, lo que planteó incluso a la comisión neoyorquina su cancelación. Pero KingRy derribó varias veces y venció a Haney, dando una enorme sorpresa que luego se tornó en decepción por las sustancias prohibidas utilizadas.

Para Haney, la conservación de su título mundial y la condición de invicto, aparte de la sanción a su oponente, no son suficientes. Por eso ha denunciado a García ante la justicia ordinaria, utilizando la vía penal. Propone delitos como agresión, fraude y enriquecimiento ilegítimo a su costa. El primero de ellos podría sorprender al ser boxeador, pero la estimación de Haney y su equipo es que los términos acordados en un deporte de contacto no fueron los pactados, puesto que García hizo trampas y se enfrentó a él en unas condiciones desiguales. A consecuencia de todo ello, el residente en Las Vegas sufrió lesiones físicas, daños en su reputación que le han costado millones en su futura carrera como boxeador y estrés mental, producido por las ilegalidades de su contrincante. De ahí que le reclame millones de dólares en la reparación de daños y un castigo para García que determine la justicia penal.

Un precedente muy importante para el mundo del boxeo, esta denuncia de Haney puede abrir un nuevo camino de castigo para los tramposos.