Tras su victoria ante Mike Tyson y los números elevadísimos de espectadores en sus peleas, poco a poco los organismos mundiales se van acercando al mediático Jake Paul.
Pese a que en su única pelea contra un boxeador medio serio perdía ante Tommy Fury, Paul podría disputar el mundial en 2025 y pasar por encima de boxeadores que llevan años con una sacrificada carrera para ascender en listas mundiales. Su récord profesional, con una docena de peleas y esa derrota solamente, serviría a los ávidos organismos para justificar tal tropelía, supeditando el deporte al dinero sin tapujos.
Kevin Lerena, el campeón Bridgerweight WBC (siguen con esa extraña categoría entre el crucero y el pesado), ya ha citado a Paul, argumentando que Mauricio Sulaimán dijo que metería al youtuber en clasificaciones mundiales si vencía a Tyson.
Más desvergonzado aún ha sido el desempeño de Gilberto Mendoza, presidente WBA, que ha proclamado en redes sociales su deseo de que Jake Paul y Julio César Chávez Jr. disputen un título mundial de su estamento. Sobra cualquier valoración.