Emilio Marquiegui-Marca
@EmilMarquiegui

Ha sido una preciosa historia de un desacuerdo deportivo sobre quién era el mejor peso pesado del momento, y tras unos meses de pleito, ha quedado claro que Oleksandr Usyk es el número uno y sabe cómo ganarle a Tyson Fury y no al revés. Ya lo ha hecho en dos ocasiones con Anthony Joshua, y demuestra una confianza en sí mismo a prueba de bombas, nunca mejor dicho. Como preveíamos, era una difícil misión controlar al gigante inglés y desvestir en el cuadrilátero sus anárquicas acciones que tantos derribos y conmociones han provocado en su carrera, pero el ucraniano, con cerca de cuatrocientas peleas a lo largo de su periplo amateur y profesional, se ha tenido que amoldar, desde que se pusiera los guantes a los quince años, a todo tipo de estilos y peliagudos bretes.

Usyk es un alumno que levanta la mano el primero, pero como reconoció, esta era la pregunta más difícil de sus veintidós años entre las cuerdas, la de saber cómo maniatar a un púgil de tamaña dificultad como el Rey Gitano. El ucraniano se sabía la lección, la aprendió con gran dificultad en el primer enfrentamiento ante el gigante Fury y ahora la recitó de carrerilla, como reconoció Usyk al confesar que había sido más fácil esta victoria que la primera. No significó que fue un paseo, ni mucho menos, pero pronosticábamos que, si supo descubrir la manera de salvar las arduas dificultades del heterodoxo coloso inglés, probablemente el boxeo grave, riguroso y disciplinado de Usyk le serviría para retener sus coronas.

Fury subió de peso, buscó la potencia, quiso doblegar la resistencia abdominal de su antagonista con cargas de profundidad a sus costillas, aunque Usyk las asumió con naturalidad, con su coraza reforzada por tantos años de máxima preparación, y supo alternar la entrada en la distancia efectiva para dejar sus bombas y la rauda salida para que no le dañaran los efectos colaterales. Ese movimiento y control de la distancia aturdieron otra vez a Fury, cuyos movimientos a veces paquidérmicos advertían de su pensamiento al ágil campeón.

Si en el ring ganó la elegancia, en la rueda de prensa posterior también se impuso la caballerosidad de Usyk, que elogió a su gran rival, mientras que este y su equipo hablaban de un robo que nuestras cámaras de seguridad analizaron como improbable. Coincidimos plenamente con la opinión de los tres jueces con un 116 a 112. No procede una tercera parte, señoría, muy igualada y polémica tendría que haber sido esta segunda, que no lo fue, para levantar tanta expectación como la que se ha vivido esta semana en Riad, y promover otro capítulo.

Además, pensamos que otros púgiles merecen su oportunidad por los títulos mundiales. La sala de espera está colapsada, con un nivel de pesos pesados que no se veía desde hace tiempo. Cómo será que quiere coger número hasta el veteranísimo excampeón mundial unificado Wladimir Klitschko, con casi cincuenta años, del que creemos que ya pasó su tiempo con creces. Usyk habla ahora de una revancha con el campeón mundial IBF, el inglés Daniel Dubois, que reclama desde hace tiempo, pero estimamos que tampoco merecería de inmediato. Toda su demanda se basa en un golpe bajo que pudo derrotar a Usyk en su primera contienda, y que el inglés consideró legal, pero más legítimo fue cómo Usyk le barrió posteriormente del tapiz en agosto de 2023, noqueándole en el noveno asalto. Ahora Dubois se ha de entretener con el excampeón mundial, el neozelandés Joseph Parker, y ya veremos qué ocurre a final de 2025.

Pero el boxeo debe ser un deporte vivo, con cambios de vestuario, de protagonistas, de actores principales, y también necesita de la aparición de púgiles como James Douglas, que revivan las grandes sorpresas como hizo con Mike Tyson hace ya 25 años, y pienso que combatientes como el congoleño Martin Bakole o el inglés Moses Itauma, darían a una defensa voluntaria del ucraniano un toque de intriga, un por qué no, aportarían al guion la posibilidad de que un proyectil inesperado hiciera saltar por los aires al protagonista de la película, y eso solo lo pueden hacer los tremebundos golpeadores.

Desde luego yo sacaría la entrada de inmediato para una defensa voluntaria de Usyk ante el joven de 19 años Itauma, que ganó el sábado en un asalto al peligroso veterano australiano McKean, y si ganara a Usyk adelantaría a Mike Tyson como el más joven campeón mundial de los pesados de todos los tiempos. ¿No parece de Hollywood esta película? La quiero ver, sí, la quiero ver.