Darío Pérez
@ringsider2020
Se había hablado en los círculos de rumores de la prensa internacional que Premier Boxing Champions preparaba una gala en pago por visión para Estados Unidos el 29 de marzo, encabezada por Sebastián Fundora y Errol Spence Jr., información que recogíamos hace días en ESPABOX.
Pero son varios factores decisivos los que han provocado que se caiga la pelea en los últimos días, algo que parece seguro al cien por cien desde hace unas horas. Los dos principales, quizá relacionados, son que la WBO no admite a Spence como candidato mundial al título superwélter de Fundora, y que el propio excampeón wélter ha dicho que se salía de las largas negociaciones, que estaban a punto de llegar al contrato final.
Yendo una por una, aplaudimos la decisión de la Organización de no admitir a Spence como aspirante al título; el argumento es intachable: Spence no ha peleado como superwélter, lleva una actividad muy escasa en los últimos años y viene de ser derrotado por Terence Crawford. La anunciada revancha por esta refriega nunca llegó y algo que se daba por hecho se diluyó como un azucarillo. Por el contrario al estamento boricua, censurable es la actuación del WBC (el otro título de Fundora), donde Spence ya era el candidato número uno de sus listas mundiales, despreciando los méritos de otros púgiles de la división que, entre otras cosas, habían pagado generosas tasas de títulos intermedios para ascender en los escalafones.
Estas directrices WBO acababan de modo contundente: si The Towering Inferno salta al ring contra un oponente no clasificado en sus quince primeros lugares, será despojado del cinturón y este pasará a manos de Terence Crawford, campeón interino. Parece que Gustavo Olivieri, el nuevo presidente, quiere imponer una política de seriedad respecto a los retadores a títulos mundiales, algo que deseamos en busca de la integridad del pugilismo y la meritocracia que solo las dieciséis cuerdas determinen.
El segundo aspecto es más complejo de analizar, pues tiene que ver con el propio Spence. A sus 34 años y habiendo ascendido a la tarima por última vez hace más de año y medio, las secuelas de su grave accidente automovilístico en 2019 siguen presentes. Los politraumatismos y desperfectos en la retina tras sufrir un siniestro donde salió despedido de su vehículo deportivo, que derivaron en otras complicaciones oculares, hacen que Spence acuda regularmente a realizarse pruebas cerebrales y no esté convencido del todo de la idoneidad de boxear competitivamente, algo que pudo lastrarle en su contienda ante Crawford. Si a esto le unimos que la relación del púgil con su entrenador, Derrick James, ha acabado en los juzgados, tenemos un contexto más que difícil para pensar que el neoyorquino vuelva a competir en un cuadrilátero.
La situación más lógica es que Sampson Lewkowicz, apoderado de Fundora, esté buscando alguien que pueda reemplazar el plan inicial de PBC y se acabe celebrando una velada por suscripción a la plataforma correspondiente, no una gran función en modalidad PPV.