José Manuel Moreno
@josemorenoco
Siete de noviembre de 1988. El Consejo Mundial de Boxeo (WBC) de José Sulaimán perpetra uno de los atentados a la lógica y decencia deportiva más flagrantes de la historia. El organismo residente en México da el visto bueno a que una de las grandes estrellas de la época, léase Ray «Sugar» Leonard, que era el campeón del peso medio, se juegue ante el canadiense Danny Lalonde (en la foto) dos coronas en la misma pelea: la vacante del peso supermedio y la del peso semipesado. La gente seria del boxeo (que haberlas, haylas) se lleva las manos a la cabeza. ¿Cómo es posible permitir semejante atropello? Pues se hace con el escándalo consiguiente. Como Leonard gana por KOT, la siguiente defensa es contra nada más y nada menos que Thomas Hearns, pero ante la presión de los medios y de los propios aficionados, solo pone en juego la corona del peso supermedio (el combate acaba en match nulo).
Veintiséis años después, el mismo organismo, ahora presidido por el hijo de don José, Mauricio Sulaimán, parece decidido a admitir a que la estrella de esta época, léase Floyd Mayweather, ponga en juego en su próxima pelea del 13 de septiembre las dos coronas que sigue ostentando desde hace dos años (también tiene las de la WBA), la del peso wélter y la del peso superwélter. Y hay quien hasta se viene «arriba» y propone que por qué no, si es ante Cotto, que sea por tres cinturones: wélter, superwélter y medio. ¿Será posible semejante ignominia? De los dirigentes del boxeo de ayer, hoy y siempre se puede esperar todo.