Darío Pérez
@ringsider2020

El nicaragüense residente en España Ricardo Martínez (10-10, 6 KO) volvió a sufrir la amarga cara B del boxeo, lo que significa ser el jornalero a quien llaman para el lucimiento y ascenso de púgiles locales, con promotora y todo en contra.

Anoche peleaba a diez asaltos, peso gallo, en Milán contra el excampeón continental Alessio Lorusso (22-5-2, 9 KO), oriundo de la región de Lombardía. Tras dar la sorpresa contra Nordine Oubaali en Francia, era un combate importante para el centroamericano, que le podía haber puesto en la rampa de salida para oportunidades de gran prestigio y dinero.

Y Martínez hizo lo que debía, siendo más agresivo que el local, que se dedicó a retroceder con un boxeo huidizo, sufriendo varias veces ante las acometidas del fogoso nicaragüense. La sensación era de que caería la victoria del lado visitante, y más cuando este derribó a Lorusso tras una combinación en el último round. De manera increíble, el desvergonzado árbitro decretó que no consideraba caída por golpe, limpiando los guantes al transalpino sin señalar resbalón, cuenta de protección ni nada, con el asombro y estupor del equipo español.

La indignación se vio agrandada cuando escucharon la decisión de los jueces, Martínez confiado en el triunfo y Lorusso poco convencido. Un triple 96-94 para el italiano fue la lectura de las cartulinas, tras la que incluso parte del público local se mostró disconforme.

Hay que quedarse con la buena imagen del discípulo de Tristán Boxing, pero no dejar de denunciar que el boxeo no puede ser un deporte donde la injusticia sea parte sistémica y, cuando viajas ante un rival más poderoso y protegido por todos los factores, sepas de antemano que, con perdón de la expresión y dentro del ámbito deportivo, si lo matas, empatas.