Daniel Pi
@BastionBoxeo

No se sabe cuántas peleas le quedan al legendario Manny Pacquiao (61-7-2, 39 KO) antes de retirarse, pero en la mañana del domingo en hora española y en el combate estelar del evento organizado en el MGM Grand de Las Vegas (Estados Unidos), la estrella filipina superó abrumadoramente al campeón mundial en cuatro divisiones Adrien Broner (33-4-1, 24 KO), que se tomó el combate mucho más en serio que otras veces pero que a penas mereció asaltos y que puede darse por satisfecho por haber llegado a la lectura de tarjetas sin caer a la lona. Las puntuaciones fueron muy generosas con Broner, dándole a Pacquiao el triunfo por 117-111 y doble 116-112, si bien son varios los analistas que le dan extraoficialmente 120-108 y 119-109.

Una de las grandes preguntas era si Broner recurriría a cierta frecuencia de golpeo o no, cuestión que muchos consideraban decisiva para su éxito en la contienda. Pues bien, “AB” hizo uso de una de las cadencias más bajas de su trayectoria, pareciendo inicialmente que buscaba una contra decisiva que, como hiciera Juan Manuel Márquez, quebrase la pugna ante el filipino. Esa mano que lo cambiase todo no llegó ni estuvo cerca de llegar, así que Pacquiao, con su izquierda en directo, croché, gancho y uppercut y con sus características y heterodoxas combinaciones de directos y de golpes ascendentes no tuvo problemas para hacerse con los asaltos.

Es verdad que la frecuencia de ataque de “Pac-Man” no fue excesivamente elevada, pero sus eventuales arremetidas le sirvieron para superar claramente a un Broner que, más allá de alguna buena acción defensiva, lanzaba el jab de manera meramente disuasoria y que por momentos, superado enteramente, pareció más centrado en intentar protegerse que en tratar de vencer. La centelleante derecha recta del estadounidense y algún croché de mano adelantada llegaron de vez en cuando junto a ciertos contragolpes, pero estos puños no eran ni remotamente suficientes para cuestionar la hegemonía sobre el cuadrilátero de Pacquiao, que sin hacer mucho dominaba ampliamente por su voluntad de trabajar y su número de ataques.

Tras dañar ligeramente a Broner con una izquierda al torso en el sexto asalto, Pacquiao estremeció a su rival en el séptimo round con un zurdazo al rostro, quedando “The Problem” encerrado en las cuerdas teniendo que soportar fortísimas combinaciones de curvos y rectos cerrándose, agarrándose o corriendo. Terminado ese episodio, durante el octavo round pareció bastante recuperado, pero en el noveno volvió a ser desequilibrado por una izquierda curva. No obstante, después estos nuevos apuros, Broner no volvió a pasar por un peligro equivalente, si bien siguió cediendo asaltos ante un boxeador que simplemente era muy superior a él.

Tras terminar el enfrentamiento, como no, se le preguntó a Pacquiao si desea la revancha contra Floyd Mayweather, reafirmando el tagalo sus pretensiones una vez más. Con todo, y aunque diversas fuentes apuntaron en las horas precedentes al duelo que se produciría un careo entre ambos boxeadores y se anunciaría el combate de desquite oficialmente después del choque ante Broner, nada de eso sucedió, más bien al contrario.

Y es que Mayweather se quedó en su asiento y no quiso subir al ring, aunque el entrevistador de Showtime le preguntó igualmente si estaba dispuesto a aceptar el reto, indicándole el reportero que estaba apareciendo en pantalla y que con una simple afirmación o una negación con la cabeza todo quedaría contestado, a lo que “Money” replicó quedándose quieto como una estatua.

Puede que esto sólo sea una estrategia para generar expectación o un verdadero indicador de sus intenciones, pero el caso es que, sin Mayweather o con él, la carrera de Pacquiao todavía no le ha visto lanzar su último puño, y es de esperar que, de no pactarse el choque ante su archirival, en el último cuarto de la temporada PBC le busque un insigne oponente al que enfrentarse, pudiendo ser éste un Keith Thurman del que, teóricamente hablando, es aspirante obligatorio por su condición de titular secundario WBA.