Pablo Sanz
Aunque Conor McGegor pretende volver al boxeo y se habla de un enfrentamiento con Manny Pacquiao, voy a referirme a su combate de mañana en MMA.
El tiempo coloca a cada uno en su lugar, pero a veces se encarga de poner a dos personas en el mismo camino.
Conor McGregor y Dustin Poirier van apenas por su segundo encuentro en el octágono de la UFC el próximo sábado, batalla que se percibe como si fuera una rivalidad añeja. Las apuestas UFC contemplan la velada muy abierta, aunque McGregor parte con la vitola de cierta condición de favorito.
El primer duelo se dio en septiembre de 2014 en el peso pluma. Entonces llegó como favorito McGregor en las apuestas a pesar de tener solo tres peleas en la UFC, todas con victoria; mientras que Poirier, de 25 años, ostentaba un récord de cinco victorias y dos derrotas, ya era considerado un referente en los combates de las artes marciales mixtas (MMA por sus siglas en inglés), pero necesitaba consistencia.
McGregor, con 26 años, se perfilaba como una promesa, sus movimientos en batalla se caracterizaban por tener una patada en giro que se había convertido en sello de la casa para finiquitar los combates, antes de su llegada a la UFC su récord en las MMA era de 15 victorias y dos derrotas, pero su verdadero sello y que hasta ahora mantiene es la bravuconería.
Y con esas características comenzó en el MGM Grand la pelea en septiembre de 2014, “The Notorious” esbozando una sonrisa burlona con ademanes irritantes a centímetros de la cara de Poirier y al sonar el campanazo del primer round soltó una patada giratoria para marcar distancia.
En respuesta, “The Diamond” Poirier le mostró al irlandés que era un tipo de cuidado, un descuido le saldría caro y bastaría para terminar con sus aspiraciones de crecer en la UFC. Con apenas 20 segundos del asalto de arranque, Dustin Poirier tumbó a McGregor y casi alcanzó a conectar un gancho de zurda que de milagro no entró de lleno. Una gran batalla se veía venir, pero no duró el gusto.
Con apenas un minuto y 24 segundos, McGregor noqueó a Poirier. Un codazo del irlandés por detrás de la oreja del estadounidense lo desequilibró para no recuperarse, dos golpes secos, uno de ellos en la quijada, terminaron con la pelea que recién comenzaba, pero fue tiempo suficiente para dejar dolido el orgullo de Poirier que el sábado quiere reclamar venganza.
A seis años de esa batalla y con mayor madurez, la UFC 257 desde Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos espera a ambos contendientes en una pelea que ha levantado una alta expectación y promete ser de lo mejor del año deportivo.
Quizás pueda ser el último combate de McGregor en las MMA, antes de sus prometidos combates en boxeo ante las grandes estrellas.