Daniel Buedo
Nutricionista especializado en deportes de contacto
¿Nacemos con unas características inamovibles determinadas por nuestros genes, o por el contrario nuestros valores y virtudes vienen determinados por nuestro esfuerzo y trabajo? ¿Los genios son innatos o el talento se desarrolla?
Esta semana en Tribuna Médica vamos a tratar de responder a estas cuestiones que tantas veces hemos oído en los gimnasios, y empezaremos con una teoría desarrollada tras muchos años de estudios realizados con atletas de élite y personas que habían alcanzado la excelencia y reconocimiento internacional: la teoría de los 10 años o las 10000 horas.
Está teoría, consensuada a día de hoy por la comunidad científica, nos viene a decir que, para ser un genio en cualquier materia, tanto deportiva como relacionada algún arte o actividad, el ser humano necesita practicar una cantidad de horas determinada y que básicamente, si una persona desde muy joven práctica una actividad y le dedica entre 4 y 6 horas al día, superados los veinte años ha acumulado 10000 horas dedicados a la misma, por lo que si ha llevado un entrenamiento adecuado y la actividad va asociada a una mejora y superación constante, con toda seguridad estará cerca de la excelencia, a diferencia de la persona que pueda practicar una 4 o 5 horas semanales y pudo empezar a una edad más avanzada. Ahora bien, entrenar y dedicarle tantas horas a una actividad durante tantos años, requiere que el practicante posea y desarrolle cualidades como la constancia, la perseverancia, la tenacidad, la motivación personal, el gusto por el sacrificio y por la superación constante y una actitud positiva en cada momento.
Ander Ericsson, profesor de psicología en la Universidad de Florida, es el padre de esta teoría, la cual desarrollo tras estudiar durante años el modo de trabajo de músicos, atletas, científicos y artistas de primer nivel mundial y comparándolos posteriormente con profesionales en los mismos campos pero que no habían conseguido la excelencia. Aunque está teoría nos sitúa en un marco en el cual, cualquier persona, esforzándose lo suficiente, puede alcanzar sus metas, la biología individual de cada boxeador, así como la gestión que haga de su alimentación, suplementación y hábitos diarios, determinarán que cada individuo necesite un número diferente de horas para llegar a la excelencia, siendo el número de 10000 horas o los 10 años una media del tiempo necesario para alcanzarla.
No obstante, aunque esta teoría nos demuestra que la práctica es importante y determinante, no lo es menos la biología individual, nuestro código genético, el cual contiene toda la información de lo que somos. Ningún boxeador con una genética favorable podrá ganar a otro que, pese a no tener su genética, le supere notablemente en calidad y cantidad de entrenamiento, alimentación, suplementación y descanso, salvo que pueda conectar un golpe de suerte, ya que nuestro código genético interactúa y se modifica en función de lo que hacemos y no hacemos en nuestro día a día.
En las últimas décadas han habido grandes avances en el campo de la genética y por consiguiente hemos podido profundizar en el conocimiento del ser humano. Áreas como la nutrigenómica y la epigenética empiezan a darnos las claves y herramientas para pasar de lo que sería un alto rendimiento a un rendimiento máximo.
Son muchas las variables biológicas que determinan en última instancia las características, virtudes y defectos de un boxeador. Variaciones en el tipo de fibras musculares, el flujo sanguíneo, el gasto y capacidad de transportar de O2, el metabolismo energético de carbohidratos, proteinas y grasas y sus metabolitos secundarios, como el ácido láctico, molécula clave en la gestión de la fatiga muscular, el estado anímico y la fortaleza psicológica, entre otras, afortunadamente todas estas variables las modificamos con nuestros hábitos diarios.
Estos son tres genes claves en el desarrollo deportivo y vital de un boxeador:
Factor nuclear de respiración (NRF), el cual mejora la capacidad respiratoria, aumenta la tasa de producción de ATP, la molécula de cambio energética clave, durante el ejercicio y regula la biosíntesis del grupo hemo, que transporta el oxígeno. Una variación de este gen, que es poco frecuente, se asocia con mejoras en el volumen de VO2max así como una economía del mismo en un 57% en gasto de O2.
Las variaciones en el gen de la (ECA) enzima convertidora de la angiotensina, esta enzima es vital para la regulación de la presión arterial siendo un potente vasoconstrictor y regulador hemodinámico, no obstante determinarán que un boxeador tenga una facilidad natural para desarrollar fuerza y potencia o por el contrario tenga una especial habilidad para la resistencia en altos niveles exigencia, perdiendo al mismo tiempo, parte de esa potencia y fuerza.
El gen (ACTN3) pose tres variaciones, siendo un gen clave en la estructura, función y características de nuestros tejidos, como músculos, tendones, ligamentos, etcétera, con lo que en función de la variación genética que tenga cada boxeador este podrá desarrollar con mas facilidad unas habilidades u otras. Está relacionado con los cuatro tipos mayoritarios de fibras musculares, hecho que influye notablemente en los deportes de fuerza y rapidez, como el boxeo, en dónde la contracción muscular es tan necesaria.
Estos son sólo tres ejemplos de los muchos que hay, nuestra recomendación es que si eres un boxeador profesional te sometas a un test genético el cual determine cuáles son tus puntos fuertes y débiles y así poder establecer la rutina de trabajo y pautas nutricionales y de suplementación que pueda extraer el máximo potencial biológico.
A día de hoy sabemos que un campeón nace pero sobre todo se hace, tan importante es la genética individual como el estilo de vida en el que se mueve el boxeador, las horas de entrenamiento y calidad de las mismas, sus hábitos diarios, la alimentación y la suplementación (las cuales optimizan, regulan y mejoran notablemente nuestro potencial genético y biológico, mejorando otro aspecto clave, la salud y vitalidad del boxeador), la familia, los amigos y en definitiva, el entorno. No menos importantes serían las características psicológicas de cada individuo como son la responsabilidad y coherencia, la constancia, la tenacidad, el espíritu de de superación y la capacidad de sufrimiento, la motivación personal, la humildad y la confianza, entre otros.
Como podemos observar el camino de la excelencia y del máximo potencial biológico, tanto en el boxeo como en cualquier actividad artística, científico-técnica o deportiva, requiere del manejo de múltiples variables por parte del atleta y de su equipo de trabajo, pero, nadie dijo que alcanzar la gloria y tocar el cielo fuera tarea fácil.