Odín Bernades
@Odin_8onzas

La historia con la que quiero empezar mi andadura en ESPABOX, es la de uno de aquellos tantos boxeadores que su recuerdo en las memorias del boxeo no hace honor a su grandeza pugilística. Uno de tantos púgiles que tuvieron que soportar ser humillados, segregados y apartados de la gloria por ser negros. Un maravilloso boxeador, que si bien tuvo una gran carrera, quizás hablarían de él como uno de los más grandes boxeadores de la historia si la hubiera tenido en igualdad de condiciones y sin ser privado del éxito. Su nombre es Charley Burley, el personaje más representativo del desgraciado grupo conocido como los “Murderer’s Row”.

Charles Duane Burley nació el 6 de septiembre de 1917 en el pequeño pueblo de Bessemer, situado en el condado de Lawrence, estado de Pensilvania. De familia muy humilde, su madre era una extranjera ama de casa irlandesa y su padre, minero afroamericano, trabajador de las conocidas minas del estado de Saint Clair, donde tantos y tantos obreros se dejaron la vida. Como el padre del pequeño Charley, que en 1925 y con apenas ocho años, veía como moría su progenitor días después de sufrir un accidente laboral en la mina, del que no se pudo recuperar. Tras ello, se mudó a Pittsburgh junto a su madre y sus seis hermanas.

Se inició en el boxeo junto a un amigo del barrio, llamado Ossie Harries, y con apenas 14 años se unió al gimnasio Kay Boys’ Club, situado en el conocido The Hill District, centro cultural y social de la comunidad afroamericana, y lugar de culto para los amantes del Jazz. De allí salieron grandes artistas y músicos como George Benson o Stanley Turrentine. El Kay Boys’ Club, otro de los símbolos del distrito, fue un famoso centro deportivo y social donde se ayudaba a cientos de jóvenes de familias desfavorecidas (la mayoría afroamericanas) para sacarlos de unas calles llenas de delincuencia, drogas y violencia, con sus proyectos para la comunidad, en gran parte deportivos.

Charley estuvo un par de años entrenando y aprendiendo los conceptos boxísticos, hasta debutar en el campo amateur con 15 años. Desde un principio, el potencial del joven púgil se evidenciaba en cada combate en el que participaba, su talento era innato y su destreza en el ring aumentaba a gran velocidad, hasta ganar el prestigioso campeonato nacional de los Golden Gloves del peso medio en categoría júnior y posteriormente, también ganaría el mismo campeonato, pero en categoría sénior y en el peso wélter.

Sus grandes resultados como amateur le permitieron poder participar en un torneo clasificatorio para las Olimpiadas de Berlín de 1936, pero el bueno de Burley se negó rotundamente, ya que estaba totalmente en contra de la persecución racial y religiosa, perpetrada por el régimen de Adolf Hitler. En cambio, sí aceptó la invitación para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona, evento deportivo no oficial que tenía que haberse celebrado en la Ciudad Condal, en oposición a la celebración de las Olimpiadas en la Alemania nazi. El evento no se pudo celebrar por culpa del estallido de la Guerra Civil Española en julio de 1936. Después de ello, se iniciaría en el campo profesional.

Consiguió 10 victorias con 7 KO en su primer año en el boxeo de pago, dejando grandes sensaciones. Su segundo año en el profesionalismo supuso todo un reto, ya que se enfrentó a hombres mucho más experimentados que él, como Eddie Nolan, con el que sufrió su primera derrota en septiembre de 1937, o el futuro campeón mundial Fritzie Civic, con el que protagonizó dos grandes combates: Burley fue derrotado en el primer duelo, pero se llevó la victoria en la revancha solo unas semanas después, en julio de 1938.

Más adelante se enfrentaría a una leyenda como Cocoa Kid, con más de 130 combates a sus espaldas, por el Campeonato del mundo “de color” del peso wélter, título que desgraciadamente existió en Estados Unidos desde principios de siglo hasta los años cuarenta, y en el que participaban solo púgiles negros. Burley se proclamó campeón quitándole el título a uno de los boxeadores más grandes del momento, dominando durante toda la pelea. En 1939 cerraría la trilogía ante Civic con otra victoria.

De él decían que era el mejor boxeador defensivo que se había visto jamás, era un boxeador inteligente, estratega, habilidoso, escurridizo, le gustaba bailar en el ring mientras mantenía su guardia baja, provocando el error del rival con sus esquivas. Pero es que, además, gozaba de una gran potencia en sus golpes. Un púgil avanzado a su época, lo que hoy llamaríamos un boxeador moderno. Sin duda era uno de los más peligrosos de su época. Pocos se querían enfrentar a él, y en vista de las escasas oportunidades que recibía, se mudó a Minnesota en 1940, en busca del objetivo que le estaban negando: el título mundial.

Pero la oportunidad por un campeonato del mundo no llegaba. Ni llegaría nunca. Se tuvo que resignar a ganar campeonatos estatales, o volver al bochornoso título mundial de color. Y así lo hizo, en agosto de 1942, en el peso medio y ganando a otro buen púgil, Hollman Williams, aunque perdería en la revancha solo dos meses después. A partir de ahí, las puertas del éxito se cerraron para Burley, hasta retirarse en 1950 con solo 32 años, ya que incluso en un notable declive, nadie quería arriesgarse a pelear con él. Finalmente perdió todo el interés por el boxeo y tuvo que ganarse la vida como operario recogiendo basura mientras otros púgiles mucho menos valorados y con evidentemente menos nivel, se llevaban la gloria. Incomprensible.

Aun así y con todo en contra, dejó combates para el recuerdo, siempre contra hombres mucho más experimentados que él, como los mencionados Cocoa Kid, Fritzie Civic, o el rocoso Holman Williams (con el que peleó hasta en siete ocasiones, ganando tres combates cada uno y empatando otro). También peleó dos veces en un mes contra otro futuro campeón del mundo, Ezzard Charles, en el año 1942, con el que perdió en ambas ocasiones. Ese mismo año se enfrentó a un peligroso peso pesado llamado Jay D. Turner que le superaba en más de 30 kilos, al que ganó antes del límite. Pero la que posiblemente fuera su victoria de más prestigio, es la que consiguió contra el futuro campeón mundial de los semipesados, Archie Moore, al que ganó por decisión en un combate en el peso medio celebrado en abril del año 1944.

Y es que Charley Burley, pertenecía a una generación de grandísimos boxeadores negros del peso medio, conocida como los “Murderer’s Row”, boxeadores afroamericanos de los años cuarenta, talentosos y duros, temidos y evitados por la inmensa mayoría de campeones, tuvieron que enfrentarse entre sí en muchísimas ocasiones ya que nunca tuvieron la oportunidad de participar en un combate por el título mundial. Casi todos los mejores púgiles del momento evitaban a los “Murderer’s Row”, nadie quería subirse al ring con ellos, ya fuera por aspectos raciales en la mayoría de los casos, o por aspectos puramente deportivos. El mejor de ellos, Burley, encabezaba esta “prestigiosa” lista, en la que figuran los ya nombrados Cocoa Kid y Holman Williams, y también Eddie Booker, Jack Chase, Bert Lytell, Lloyd Marshall, o Aaron «Tiger» Wade.

Burley fue evitado por muchos, tanto en el peso wélter como en el peso medio, entre ellos se encuentran los ilustres Billy Conn o el francés Marcel Cerdan, incluso grandes campeones como Jake LaMotta, Rocky Graziano o Tony Zale tampoco le dieron nunca la oportunidad que merecía. Se dice que Burley fue el único púgil que la leyenda Sugar Ray Robinson evitó en toda su carrera. Incluso Civic, después de su trilogía, le hizo firmar un contrato a su promotor, para no enfrentarse más a él. Tanto fue evitado que tuvo que subir más de una vez al semipesado o al peso pesado para poder seguir peleando, acabando con su carrera haciendo simples exhibiciones.

El legendario entrenador Eddie Futch lo describió como el mejor boxeador que jamás había visto, y no es de extrañar, viendo algunos de los hitos conseguidos gracias a su manera de boxear y a las excelentes actuaciones que protagonizó contra boxeadores difíciles, de renombre, experimentados, rudos, peligrosos, y temidos como él.

Su récord es de 83 victorias (50 KO), 12 derrotas y 2 nulos. Nunca fue noqueado, el que para muchos es considerado como el campeón sin corona más grande de todos los tiempos
Es miembro del Salón de la Fama del Boxeo de The Ring Magazine desde 1983, del Salón de la Fama del Boxeo Mundial desde 1987 y del Salón de la Fama del Boxeo Internacional desde 1992.
Ocupó el puesto 39 en la lista de 2002 de The Ring Magazine de los 80 mejores luchadores de los últimos 80 años.
Ocupó el puesto 86 en la lista de 2003 de The Ring Magazine de los 100 mejores golpeadores de todos los tiempos.
Ocupó el sexto lugar en la lista de 2004 de The Ring Magazine de los mejores pesos medianos de todos los tiempos.
Ocupó el cuarto lugar en la lista de 2008 de The Ring Magazine de los mejores pesos wélter de todos los tiempos.

El 16 de octubre de 1992, fallecería a la edad de 75 años. Nunca pudo alcanzar la verdadera gloria por diversos factores: racismo, miedo deportivo, falta de contactos en el mundo del boxeo, la nula conexión que tenía con la mafia quizás le perjudicó (en esos años es sabida la influencia de la mafia en muchos aspectos, también desgraciadamente en el boxeo).

Fue un cúmulo de circunstancias que hizo que uno de los mejores púgiles que la gente había visto, se quedara entre la gloria y el olvido, por eso aquí recordamos su figura, intentando ponerlo en el lugar de la historia que su grandeza pugilística merece.