Kike Pasqual
El paso del anonimato a la fama en ocasiones se produce en un solo combate donde el resultado final no es el esperado. Algo de esto le sucedió al estadounidense Chris Algieri cuando peleó contra Ruslan Provodnikov, una especie de Arturo Gatti siberiano que partía como claro favorito. El neoyorquino fue derribado en dos ocasiones durante el primer asalto y peleó casi todo el combate con un ojo cerrado. A pesar de lo cual, logró recuperarse para acabar imponiéndose en las cartulinas por una ajustada decisión dividida y proclamarse de paso campeón del mundo del peso superligero en la versión WBO.
Esta inesperada victoria propició que Algieri fuese escogido unos meses más tarde como rival del gran Manny Pacquiao para pelear en Macao, la versión china de Las Vegas. Contra el diablo tagalo, aparte de cobrar la mayor bolsa de su carrera, poco pudo hacer el neoyorquino. Pacman le pasó por encima, derribándole hasta en seis ocasiones a lo largo del combate e imponiéndose finalmente por puntos con una ventaja muy amplia. Tras este combate, Algieri aún tuvo la oportunidad de enfrentarse a otros dos púgiles de alto nivel: Amir Khan y el pujante Errol Spence Jr, perdiendo contra ambos.
Tras este último combate ante Spence, parecía que Algieri había llegado a su tope como deportista profesional y le tocaba encontrar nuevas motivaciones en la vida. Cuando un boxeador opta por colgar los guantes, en el caso de que siga vinculado al pugilismo, lo más habitual es que opte por pasar a ejercer de entrenador. Cuántos pugilistas a lo largo de la historia, desde grandes campeones hasta boxeadores modestos, han sido claves para el éxito deportivo de otros a los cuales han transmitido sus conocimientos con éxito.
Pues bien, Algieri ha optado por seguir trabajando dentro del mundo del boxeo, pero por una vía alternativa. Aprovechando su formación universitaria en ciencias de la salud y nutrición, el excampeón del mundo está ejerciendo de nutricionista tanto para otros boxeadores como para luchadores de artes marciales mixtas. Por el momento, Paul Malignaggi, Sullivan Barrera o Daniel Jacobs son algunos de los púgiles que han requerido sus servicios.
El método que desarrolla el estadounidense es más complejo de lo que pueda parecer, ya que no se limita a programar una simple dieta con los alimentos que debe consumir el boxeador para dar el peso. Algieri trabaja a diario con el púgil, encargándose tanto de escoger los alimentos como de cocinarlos él mismo. Según el tipo de entrenamiento que toque ese día, la comida debe tener unas propiedades específicas. Así, por ejemplo, las sesiones de sparring recomienda que sean precedidas por la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos junto a huevos y fruta. Una vez acabada la sesión de guanteo, Algieri prepara para su pupilos zumo de cereza, una bebida idónea dados sus efectos antiinflamatorias. Para cenar, recomienda comer salmón o pollo con verduras, es decir, alimentos ricos en proteínas.
Por último, y para que nadie se sienta culpable si ha caído alguna vez en la tentación, el excampeón del mundo también recomienda que el deportista se regale de vez en cuando un capricho. Como, por ejemplo, una porción de pizza o un helado. Algieri asegura que es nocivo para la mente caer en la obsesión total por una alimentación 100% healthy.
PD: Si algún lector está interesado en conocer más detalles sobre esta faceta de Chris Algieri como nutricionista puede seguirle en su cuenta de Instagram: @chris_algieri.