Kike Pasqual
Los medios generalistas en España no acostumbran a dar noticias relacionadas con el boxeo de forma habitual, tan solo los grandes combates logran alguna reseña en el telediario o unas líneas en los principales periódicos.
Pues bien, el pasado fin de semana fue una de esas ocasiones especiales. El veterano y ya legendario Manny Pacquiao volvía a los rings de forma victoriosa para derrotar a Lucas Matthysse con una actuación contundente. Hasta aquí, el guión esperado. El problema está con la organización que sanciona este combate, la WBA, que sigue pretendiendo tener más de una campeón por categoría. Las denominaciones que esta organización hace de los dos mejores púgiles de la categoría se prestan a la confusión a propósito. Al campeón del mundo legítimo, en este caso el estadounidense Keith Thurman, le denomina “Súpercampeón del mundo”, mientras que a Pacquiao, el siguiente púgil en el ranking (que debería ser el aspirante oficial al campeonato), le considera “campeón del mundo”.
La consecuencia ha sido que diferentes medios generalistas, esos que solo prestan atención al boxeo de uvas a peras, informaron erróneamente del resultado del combate indicando que Pacquiao se había vuelto a proclamar, una vez más a sus 39 años, campeón del mundo de boxeo. Es decir, la inaceptable ambigüedad que emplea la WBA para denominar a sus campeones ha vuelto a provocar la confusión de los aficionados y del público en general.
Una confusión similar aconteció a mediados de mayo cuando el Athletic de Bilbao quiso hacer un homenaje a Kerman Lejarraga y Andoni Gago, el primero campeón de Europa del peso welter y el segundo campeón de la UE (un cinturón intermedio) del peso pluma. Las cincuenta mil almas que había en San Mamés escucharon como el speaker proclamó que saltaban al césped dos campeones de Europa de boxeo.
Como sabemos, un dato erróneo, el campeón del peso pluma europeo es el catalán Marc Vidal. A algunos quizá les parezca anecdótica la equivocación, pero el asunto es que los aficionados allí congregados (la mayoría, posiblemente, no tendrán grandes conocimientos de boxeo) se fueron convencidos a casa de que habían visto a dos campeones de Europa de boxeo.
Parece lógico exigir a los medios de comunicación que se informen de manera eficaz de la información que transmiten. Sin embargo, el problema de fondo siguen siendo las triquiñuelas de la WBA y otros organismos para mantener en el mercado tantos cinturones como sea posible y recaudar tanto dinero como puedan. Por lo visto les da igual el menoscabo a la credibilidad del boxeo (un deporte ya de por sí denostado injustamente) que suponen sus fraudulentas prácticas.
Hace un par de años, Kalise, una empresa de helados, rodó un anuncio con Andrés Iniesta donde el insigne futbolista decía: Con Kalise, ¡helados para todos!. Pues bien, tristemente, los dirigentes de la WBA parecen haber escogido el mismo lema publicitario: ¡Con la WBA, cinturones de campeón del mundo para todos!