Daniel Dubois

Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

El boxeo, como todo el mundo, vivió una época distópica en los tiempos del COVID y sus consecuentes confinamientos. De la misma manera que veíamos calles desiertas como si de una película apocalíptica se tratara, los eventos boxísticos se realizaban con las gradas vacías. En ese escenario, en 2020, una de las mayores promesas del peso pesado tenía su prueba de fuego y lo que a posterior fue una leccion de boxeo y de vida. Daniel Dubois (aka Dynamite aka DDD) se enfrentaba a Joe Joyce, un rival mayor y con más experiencia, que también quería demostrar si estaba listo para las grandes ligas. La pelea fue en la otrora sede de la Iglesia de Inglaterra, a puerta cerrada, por los títulos británico, europeo y Commonwealth. Paradójicamente, la falta de público, lejos de restar humanidad, añadía autenticidad al escucharse y casi sentirse el intercambio de golpes entre los boxeadores obligados a pelear en esas condiciones.

El desenlace de esa pelea generó ríos de tinta. Daniel, que estaba boxeando mejor, acabó hincando la rodilla y abandonando para salvar una fractura grave en el ojo izquierdo. Este gesto fue criticado por muchos, catalogando a Dubois de cobarde y “quitter”. Sin duda, una crítica carente de respeto e inteligencia.

DDD no solo salvó su integridad, sino que decidió perder una batalla que le serviría para ganar una guerra. Es común el error de aquellos instalados en el cortoplacismo, que creen que una derrota define tu presente y tu futuro para siempre. Dubois tuvo que reconstruir su carrera desde abajo, enfrentándose a oponentes de menor nivel y participando en eventos tan excéntricos como su organizador Don King. A pesar de los contratiempos, logró volver a la élite, enfrentándose a Usyk por tres títulos mundiales en 2023. Sin embargo, su oportunidad se desmoronó en una pelea polémica donde un golpe suyo, considerado por muchos legal, fue sancionado como bajo. Finalmente, cayó por KO tras una acumulación de golpes.

En un momento donde el peso pesado y los matchmakings de Turki necesitan figuras como él, Dubois destacó enfrentándose a rivales de más calibre en 2024. Derrotó por KO a Jarrell Miller, invicto pero con asterisco por sus casos de dopaje, y a Filip Hrgovic, eterno aspirante y con un boxeo tan complicado de enfrentar como de ver. Estas victorias, junto a circunstancias burocráticas, lo llevaron a ser campeón mundial de la IBF tras el despojo del título a Usyk, quien priorizó su revancha contra Fury a boxear contra su aspirante obligatorio, el mencionado Hrgovic. Así, Dynamite alcanzó su anhelado sueño de ser campeón.

Este hecho vino con la propina de convertirse en coprotagonista de una superproducción junto a un Anthony Joshua también en ascenso y con hambre, para una pelea que colgó el «no hay billetes» en Wembley. Con todo preparado para ser el primer paso de Joshua hacia una millonaria pelea por todos los títulos contra Fury, Dynamite arruinó los planes, pasando de coprotagonizar a estrella principal. Dubois mostró superioridad absoluta desde el primer asalto hasta el nocaut en el quinto, derribando a Joshua varias veces. Fue una victoria épica que Daniel se negó a celebrar hasta ver a su rival en pie y recuperado. Todo un detalle de caballero y buen ganador, algo que escasea en el panorama actual.

Dubois es a menudo objeto de mofa por su falta de habilidades sociales, que algunos dicen que rozan el autismo. Estas actitudes, lejos de parecer forzadas, aportan autenticidad a un panorama carente de ella. Además, deja una lección sobre la importancia del largo plazo, la sobrevaloración de los récords invictos, la errónea demonización de las derrotas y las conclusiones precipitadas. Ya conocéis el dicho: quien ríe el último