Darren Barker (26-2, 16KO) se dejó algo más que una corona mundial en su combate del pasado sábado en Stuttgart ante el renacido Felix Sturm. Su dislocamiento de cadera, hecho explícito casi de forma implorante con miradas a su esquina en pleno festival de golpes provenientes del alemán, le puede costar incluso la retirada del boxeo. Barker se tocaba la cadera, se tocaba en realidad el futuro de su carrera. Tony Sims, su entrenador, tiró la toalla, no le quedaba otra, si quería que a su pupilo le queden más batallas en un deporte tan exigente. En realidad, la lesión ya se la hizo el británico en el primer asalto, con lo que el mérito de la victoria del multicampeón Felix Sturm queda, muy a su pesar, en entredicho.
La cosa viene de lejos. Barker, de 31 años, fue sometido a una operación en las dos caderas tras vencer al francés Affif Belghecham en abril de 2010. Reapareció justo un año después y, tras perder con «Maravilla» Martínez en octubre de 2011, llevaba tres victorias consecutivas, entre ellas la que le valió en agosto pasado para proclamarse campeón mundial tras ganar al australiano Daniel Geale. «Es un desastre, ahora no podemos pensar en la revancha», proclamó el trainer del ya excampeón, sabedor de que si bien es cierto que por contrato tiene derecho a una revancha inmediata, ahora tiene Barker un rival más pérfido: el quirófano.