Daniel Pi
@BastionBoxeo
En el semifondo de la velada disputada la pasada madrugada en el Hard Rock Hotel and Casino de Las Vegas (Estados Unidos), el británico James DeGale (24-2-1, 14 KO), que había perdido su cinturón como local hace cuatro meses, logró esta vez como visitante coronarse de nuevo monarca mundial IBF del peso supermedio, ya que derrotó por decisión unánime en duelo de revancha al titular Caleb Truax (28-4-2, 18 KO). La pelea, llena de agarres, cabezazos, sangre y falta de orden, se saldó con cartulinas de doble 114-113 y un 117-110.
Tratando de anticiparse al despliegue ofensivo de su oponente, DeGale intentó combatir en el centro del ring durante el tiempo que le fue posible en el arranque, si bien sus mejores resultados llegaron manteniéndose dinámico, anotando su directo aislado y algunos contragolpes. Ante un planteamiento más agresivo de Truax en el segundo round, con el cual buscó su recto de derecha y uppercuts, DeGale se vio obligado a centrarse en replicar con contraataques con ganchos, varios de los cuales llegaron aceptando cruces de golpes.
A pesar de que de nuevo estaba cometiendo el error de no jabear con insistencia, los desplazamientos de DeGale y su rapidez de manos le estaban valiendo para llevarse la mejor parte, cosa que no evitó, de todos modos, que un Truax siempre acechante le llegase con contundencia, especialmente con una derecha que le sorprendió en el tercer episodio. Estando así el combate se produjo un hecho crucial en el citado round, en el que DeGale padeció un terrible corte en su párpado derecho, que sangró mucho durante toda la pugna, provocado por el tercer fortísimo choque de cabezas en lo que llevaban de enfrentamiento.
Dificultada crucialmente su visión por la sangre e incomodado por el repunte ofensivo de un Truax que no quería desaprovechar la ocasión, DeGale pasó por dificultades apreciables, teniendo que correr el ring con cierto desespero, agarrarse repetidamente y contragolpear en la medida de lo posible mientras encajaba las manos de su rival. Aunque parecía posible que el corte llevase a la decisión técnica, el duelo siguió, y con ello los problemas para DeGale, que trató de responder entre sus desplazamientos pero no pudo igualar inicialmente el simple pero tenaz trabajo de Truax.
El enfrentamiento dejó en esos instantes escenas muy similares a las del primer cruce entre ambos, con DeGale hostigado ante el avance de su adversario y contestando con coraje pero sin lograr evitar verse superado por la frecuencia de puños de los voluntariosos ataques de Truax. Con todo, aunque Truax amenazó con asegurarse el triunfo y conectó con potencia el uno-dos y ganchos al cuerpo, esta vez DeGale supo reaccionar a tiempo.
A diferencia del combate de diciembre, DeGale sí contaba con velocidad en las piernas, por lo que pudo evitar quedarse encerrado en las cuerdas. Así, dado que Truax posee un boxeo muy limitado y “Chunky” no le daba planos sencillos, el estadounidense comenzó a fallar muchísimas manos. Además, DeGale recurrió a incesantes entradas en clinch para romper el ritmo de su adversario, al que golpeaba y se marchaba o alcanzaba con precisión con astutos contraataques en uppercut. De este modo, en un combate que se convirtió en una maraña de agarres, un Truax que erró una gran cantidad de puños, crecientemente cansado y que tenía cortes en ambos ojos por algunos de los continuos cabezazos, vio entre eventuales combinaciones a la contra del británico como se le escapaba de las manos la pelea y el título, incluso aunque en el décimo asalto DeGale padeció el descuento de un punto por empujar con el hombro.
Dado que había prometido que si perdía pondría fin a su carrera como boxeador en activo, DeGale se mostró eufórico cuando se anunció su triunfo, incluso aunque fue por la mínima, en una pelea de baja calidad y en la que dejó una mala imagen ante un adversario que, pese a haber sido campeón, sigue siendo considerado un púgil por debajo del nivel de la élite. Por ello, valorando la cantidad de cuestionables actuaciones que DeGale está acumulando, son muchos los que creen que en la defensa obligatoria que debería realizar a continuación ante el temible José Uzcátegui podría perder su corona en una amplia derrota que volvería a hacer tambalear su trayectoria.