Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

Desde muy joven destacó en el arte de la guerra, escalando con firmeza y llegando pronto a altas cimas. En un mundo convulso tuvo victorias que le hicieron un nombre, hasta llegar al punto de conquistar casi el mundo entero. Sin embargo, a pesar de contar con unas condiciones únicas, quizá la arrogancia, las circunstancias antaño a favor tornaran en contra o simplemente su destino, envió sus huesos a un exilio que lo hizo replantearse hasta su propia existencia. Asomando la cabeza de nuevo donde triunfó, volviendo al trono, queda por ver si su ambición y problemática mentalidad lo devolverá a la cima del mundo o a otro exilio frío y oscuro.

Para los aficionados a la historia o que simplemente hayan visto la última y exitosa película sobre su vida, creerán que estoy hablando de Napoleón Bonaparte. No obstante, como el que escribe estas líneas no cumple nada de lo anterior, sólo es un “flipao” del boxeo, de lo que estoy hablando es de Teófimo López.

Empezando como uno de los talentos emergentes que suele tener Top Rank en cartera, a base de KO y actuaciones explosivas, y a diferencia de la mayoría de ellos, Teófimo subió como la espuma en ranking y reproducción de sus nocauts en YouTube. Este desempeño lo llevó a su primera pelea por título mundial ante el campeón entonces Richard Commey. Y de la misma manera que venía haciendo en la mayoría de sus combates, López ganó de manera espectacular noqueando a Commey en una de las finalizaciones de los últimos años. Teófimo ya estaba en la élite.

Lo demás, ya es historia del boxeo. En un mundo convulso todavía por la pandemia, Teo hizo de oro tanto su legado como a los pocos que confiaron en él, rompiendo pronósticos y las esperanzas de Lomachenko. En una sede vacía de público, pero llena de tensión, López sorprendió cambiando su estilo agresivo y explosivo por uno más quirúrgico y paciente, descomponiendo al ucraniano y su estrategia. Cuando éste se quiso recomponer, ya era demasiado tarde: la conquista era plena, Teófimo arrebató los títulos de Lomachenko coronándose como el mejor peso ligero.

Dicen que el elogio debilita. Si a eso le sumamos la arrogancia y la juventud, valga la redundancia, un entorno inestable y retrasos de una promotora (Triller) que no hacía nada más que dar problemas, ya están los ingredientes que le costaron su derrota en su primera derrota contra un, a priori, clase inferior como Kambosos. El australiano de ascendencia espartana bajó del olimpo a un Teófimo con un golpe de realidad que le sacudió una divinidad tan efímera como irreal.

Teófimo tuvo que empezar otra vez de cero, esta vez en la categoría de superligero. Regresó con victoria por KO ante Campa y con otra muy controvertida versus Sándor Martín (tanto que, a ojo de muchos respetables expertos, entre los que no me encuentro pero me subo a esa burra, perdió) en una decisión dividida, dónde incluso llegó a besar la lona. Noche que hasta provocó una crisis de existencia donde él mismo se cuestionaba su talento en voz alta delante de cámara.

Pero al igual que el emperador francés salió delante de su exilio en la isla de Elba, acabó saliendo adelante. Y como éste, López ha vuelto a reinar tras destronar a un monarca venido a menos y que vio mejores días como es el escocés Josh Taylor. Esto no quita mérito a la victoria de Teo, puesto que se vio de nuevo a ese púgil preciso y habilidoso, capaz de lo mejor y de ser el ídem. Sin embargo, sus antecedentes hacen que no nos precipitemos con las expectativas. Con una vida privada con ciertos problemas, ese amago de retiro con menos fe que una conferencia de ateísmo y sus retos digitales a peces más gordos y fuertes de lo que su caña pueda pescar como Crawford, no inspiran confianza para ello.

Y, sobre todo, porque además de no centrarse en su defensa contra un hueso como Ortiz que le dio bastantes problemas a Lomachenko, en las 140 libras hay otros monarcas con la misma ambición, talento y peligro. Teófimo López tiene mimbres para ser el emperador del mundo, pero de no centrarse, sus posibles rivales Subriel Matías y Devin Haney o el principal enemigo que es el reflejo en su espejo, pueden asestarle su Waterloo.