Antonio Salgado
Allá, por el año 1913, ya existía afición por el boxeo en Canarias y aunque el número de adeptos a la práctica de este deporte era reducido puesto que apenas empezaba a iniciarse, éstos “se reunían todas las noches para entrenar”, según puede leerse en aquellos periódicos con tinte gualda.
El primer entrenador que vino a Canarias fue un inglés, empleado de la Casa Hamilton, llamado Mr. Bluit, y aunque era un hombre de cierta edad, aún manejaba con mucha técnica sus puños. De entre los pioneros del pugilismo puramente romántico en Canarias cabe destacar a Pedro Medina, José María Palazón El Gorgojo, Manuel Bello, Pepe Delgado y otros.
Después del año 1925 en el que se realizó la primera reunión boxística en Santa Cruz de Tenerife, también posiblemente en Canarias, y de la que por su evidente interés y curiosidad merecerá un capítulo aparte; después de aquel año, decíamos, brotaron en la Isla otros locales aparte del Campo de la Avenida, como el propio Estadio, así como el Campo España, en Las Palmas.
Como preparador más caracterizado, Carlitos Aguiar, que desplegaba sus actividades en su casa de la calle Consolación. Dicen que también practicaba el boxeo como aficionado, claro está. Paco de la Rosa, “en el jardín de su hogar”, de la calle San Juan Bautista.
Luego, una época más viva, con muchos elementos nuevos. Surgieron otros locales de entrenamiento: uno, en la casa de Rafael Jerez, en la calle del Clavel; otro, en la calle Porlier, “en una pequeña huerta de Tinerfe Arias” y “en la azotea del domicilio de un doctor madrileño muy entusiasta…”.
Por aquel entonces se dieron animadas veladas en el local de Fermín Morín -quien mejor ha bailado nuestros motivos folclóricos-, en la mencionada calle de la Amargura, en donde, según hemos leído, “había un ring de verdad”. También se celebraban reuniones todos los domingos por la mañana, desde luego sin cobrar nada por la entrada ni, por supuesto, aquellos púgiles de leyenda.
Los más redomados nostálgicos nos siguen diciendo que aquello constituyó la época dorada… de pocas preocupaciones por los detalles; daba lo mismo un peso que otro; importaba poco los guantes de seis y ocho onzas y de la reglamentación había escaso conocimiento; tan solo el no golpear bajo, la siempre fatídica cuenta del K.O. y que los combates era de seis, ocho o diez asaltos de tres minutos.
Del Campo de la Avenida y del Estadio al Cine La Paz, al aire libre, que junto con otros dos salones cinematográficos, Cine Toscal y Parque Recreativo, eran los escenarios preferidos en la década de los 30 del pasado siglo, para más tarde pasar a la plaza de Toros. Luego se descubriría para el boxeo el Frontón Tenerife e, incluso, el Ideal Cinema, así como el Cine Avenida, con su impresionante gallinero.
Fue surgiendo una nutrida pléyade de jóvenes que más tarde se convirtieron en realidades: Manuel González, Francisco de la Rosa, Pomares, Kid Jules, o sea, Julio Marrero; Helenio Padrón, Recco, Hipólito Benítez, El Hacha, Kid Foto, los hermanos Valentín, todos ellos muy destacados dentro del marco del pugilismo regional, sin olvidarnos de los grancanarios Carretas, Matías La Araña, a cuyo socaire el preparador Moro, al que muchos consideraban genial, ideó la renombrada excursión a Barcelona llevándose a Los Tres Mosqueteros, que, en realidad, eran cuatro: Kid Rodríguez, Pantera, Antonio Cuadrado y Young Ciclone, Nicolás Santana.
Este último, más tarde, como peso pluma, se proclamaría campeón de España en el campo profesional, el primero en la historia pugilística de Canarias.