Redacción

Los países de Oriente Medio compiten por posicionarse en la industria del deporte de manera creciente en los últimos años, bien sea a través de la organización de eventos o financiando equipos y competiciones. El Mundial de fútbol celebrado en Catar en 2022, los diversos grandes premios de Fórmula 1, o equipos como el Paris Saint Germain o el Manchester City, aupados por el dinero de los petrodólares son los mejores ejemplos de esta corriente.

Detrás de estas inversiones multimillonarias se encuentra el interés de países como Arabia Saudí por potenciar su imagen en el extranjero, y establecer relaciones comerciales con socios estratégicos de otros sectores, usando un altavoz envuelto en valores ejemplares como el deporte.

En cuanto al boxeo se refiere, el dinero de Oriente Medio ha llamado a las puertas de todos los promotores de primera fila, pero es Eddie Hearn quien más eventos de relevancia internacional ha llevado a cabo, principalmente con las revanchas de Anthony Joshua ante Andy Ruiz y Oleksandr Usyk.

Un 2023 que se presentaba como el año en que los dos combates más esperados en el peso pesado, el Tyson Fury vs. Oleksandr Usyk y el Anthony Joshua vs. Deontay Wilder, debían celebrarse. Sin embargo, a las puertas del último trimestre del año ninguno de los dos ha sido anunciado.

Si de por sí ya son complicadas las negociaciones con figuras como Fury, con contratos donde se contemplan multitud de cláusulas para el reparto de bolsas multimillonarias, parece que en algunos casos pueden resultar todavía más difíciles.

Hace apenas unas semanas, los equipos de Joshua y Wilder daban por cerrada la pelea, días después se filtraba que esta se retrasaría hasta 2024, y en las últimas horas ha sido Eddie Hearn quien ha encendido las alarmas.

El promotor británico confirmó que los contratos están firmados, pero que no tienen noticias de los promotores saudíes. Ante esta tesitura, Hearn ya se plantea que Joshua haga un combate ante otro rival, idéntico escenario al que tendrá que afrontar Wilder para evitar permanecer más de un año inactivo.

Con la reducción del presupuesto dedicado al boxeo de algunas de las principales cadenas que han apoyado a este deporte en la última década, o la salida de HBO, el noble arte necesita que no se frene el flujo económico para que el boxeo perviva con la realización de los duelos esperados por los aficionados.

Como todo lo que reluce no es oro, los promotores deben ser especialmente cuidadosos a la hora de establecer estos acuerdos, porque el Joshua vs. Wilder no será el primer combate que no se celebra por un dinero que no aparece sobre la mesa a la hora de la firma de contratos, al contrario de lo que ocurría con el inefable Harold Smith a finales de los setenta.