Este pasado sábado, el estadounidense Bruce Carrington (15-0, 9 KO) noqueó al mexicano Enrique Vivas (23-4, 12 KO), tras una horrible actuación arbitral que permitió mucho más castigo del necesario, en la velada que organizó la empresa Top Rank en Las Vegas (Estados Unidos).

Carrington, peso pluma de 27 años, es una de las figuras que la promotora de Bob Arum ha mimado en estos últimos tiempos; demasiado, quizá. Muchos creen que ya hace dos o tres combates que debería haber peleado a doce asaltos, en una eliminatoria mundial real que le exigiera lo mejor de sí mismo. Lejos de ello, Top Rank le ha llevado la carrera de manera conservadora, con un duelo anterior a ocho rounds tras haber peleado a diez en varias ocasiones o rivales como Vivas que ya no le aportan aprendizaje alguno.

El neoyorquino, apodado Shu Shu (como la onomatopeya del tren a su paso), fue un destacado amateur que habría sido olímpico de no haber mediado la pandemia de covid; clasificado para Tokio, el retraso de un año en la competición provocó que, con 23 primaveras, no quisiera dilatar ni un momento su paso a profesionales, aunque el curioso destino hizo que no debutase hasta finales de 2021, ya con la cita nipona celebrada. Fue quemando etapas rápidamente, derrotando a rivales cada vez más fuertes, como el noruego Bernard Torres, muy conocido en España. Ha pulido su boxeo y quiere más, figurando el número uno en las listas WBC y WBO, además de entre los cuatro primeros de IBF y WBA (con sus repentinos cambios habituales).

Sobre su futuro, quiere ya la gloria para sí y, dada su privilegiada posición, incluso podría elegir qué campeón es su objetivo. De los cuatro, precisamente Rafael Espinoza, titular del cetro WBO, es de su misma promotora, Top Rank. El Divino tiene una próxima cita fijada y, de superarla, podría ser rival de Carrington por el mundial en la segunda mitad de este año. Los trenes no siempre pasan dos veces y Shu Shu no quiere que nadie le apee de este que le está llevando a lo más alto del boxeo.