Daniel Pi
@BastionBoxeo
Pese a que la disputa de uno de los mayores combates del año (y de la historia del peso crucero), la unificación total que sostendrán Usyk y Gassiev, absorberá toda la atención boxística del fin de semana, algo que ciertamente merece, no se debe pasar por alto que este sábado también se producirá otro campeonato mundial. Como es lógico, éste no posee un interés ni remotamente equivalente en cuanto a trascendencia, pero tendrá a un protagonista que muchos creen que más temprano que tarde podría estar encabezando pugnas de enorme importancia y que además es una garantía de boxeo entretenido por su agresividad y su descarado afán ofensivo.
Éste es el potentísimo pegador mexicano, y campeón WBO del peso superwélter, Jaime Munguía (29-0, 25 KO) que, como sucede cada vez que un boxeador extranjero muestra su potencial en suelo estadounidense ante un púgil local, asombró hasta límites insospechados al público general del país de las barras y las estrellas en su última subida a un ring, su coronación ante Sadam Ali. Lo cierto es que, enfrentándose un fortísimo noqueador que ofrece elevada presión a un púgil con limitado encaje y que necesita tiempo y espacios para desplegar su táctica, este resultado pudo resultar previsible, especialmente para quienes hubiesen visto con anterioridad el nivel al que había rendido Munguía en su país natal, pero esto no evitó que extensas capas de aficionados y expertos quedasen enteramente sorprendidos por su coronación.
Aun así, dejando de lado la conmoción injustificada por la derrota del hábil pero vulnerable Ali, es verdad que la contundencia mostrada por Munguía resultó formidable, no dando ni una mínima opción a su rival por una fortaleza física y una potencia incontenibles, surgiendo como una amenaza clara a los boxeadores que dominan la división del peso superwélter.
Para certificar que está en la cumbre para quedarse y que está listo para enfrentarse a cuantos boxeadores temibles hay en la élite, el invicto Munguía afrontará, en el Hard Rock Hotel & Casino de Las Vegas (Estados Unidos), su primera defensa obligatoria ni más ni menos que ante un excampeón mundial, el astuto británico Liam Smith (26-1-1, 14 KO), hermano de los boxeadores profesionales Callum Smith, Paul Smith y Stephen Smith.
Aunque el retador no es valorado demasiado bien al otro lado del Atlántico, siendo visto por muchos durante su reinado como un titular provisional, Smith es un púgil físicamente más grande y fuerte que Sadam Ali, además de mucho más resistente y completo, capaz de combatir con buenos resultados en todas las distancias y que da muestras de una gran inteligencia de ring. Por ello, “Beefy” parece una opción adecuada para que el monarca pueda mostrar su potencial de una forma más concluyente a la vez que se quita de encima la puesta en juego obligatoria. Asimismo, siendo la única derrota de Smith padecida ante Saúl Álvarez, se podrá continuar con el paralelismo que inevitablemente ha surgido entre éste y Munguía, que es visto por muchos a sus 21 años como el que tomará el relevo de “Canelo” como máxima figura del boxeo mexicano.
Sea para contestar a las comparaciones o por su mero deseo de no dejar dudas en su imparable recorrido, Munguía asegura que confía plenamente en que Smith no llegará a la lectura de cartulinas y que podrá sumar un nuevo nocaut, opción que resulta realmente posible valorando la altísma efectividad de sus golpes de poder y su perfecto gancho zurdo al hígado, siendo con un puño al torso como “Canelo” noqueó al británico. De todos modos, a no ser que uno de los brutales curvos o los sensacionales derechazos de Munguía supongan un temprano punto de inflexión en el duelo, la astucia de Smith, que realiza muy buenos bloqueos, que contragolpea con pericia y que tiene un buen repertorio de recursos, le debería permitir explotar los continuos descuidos defensivos del titular y obligarle a trabajar, dándole útil experiencia de calidad.
En el paso por la báscula Munguía y Smith dieron la misma cifra, 69,760 kg, no sobrepasando el límite del peso superwélter (69,9 kg)