Darío Pérez
@ringsider2020
Uno de los pesos que más críticas ha recibido en los últimos años es el medio, división reina para muchos aficionados al aunar rapidez y contundencia. Los mejores no se han enfrentado entre ellos, algo que ha irritado al consumidor de boxeo. Ahora que se anima el ambiente con deportistas que están iniciando una nueva etapa, aunque menos mediáticos, es conveniente una mirada atrás para hacernos una pregunta: ¿Por qué hemos asistido en los últimos años a un punto muerto por parte de excepcionales púgiles, algo parecido a lo que acontece en otra mítica categoría como el peso pesado en la actualidad?
Llegó un punto en el pasado reciente en que los cuatro campeones provocaron este vergonzoso atasco: Ryota Murata (dos años y medio sin defender el título WBA), Jermall Charlo (más de dos años, y contando, sin pelear siendo campeón WBC con la complicidad del organismo), Gennady Golovkin (diecisiete meses con el título IBF parado) y Demetrius Andrade (ya excampeón WBO, con dos rachas de más de un año desaparecido del ring) han hecho que una división con potenciales combates apasionantes haya sido un desierto. Contendientes como Chris Eubank, con año y medio parado, o Jaime Munguía, que (pese a estar clasificado número uno por varios organismos) evitó a toda costa la élite de la división tras haber sido campeón mundial superwélter, tampoco han contribuido a la causa de dar lustre a las malheridas 160 libras (72’500 kilogramos).
Excusas como que «a Golovkin lo evitaron muchos años» (afirmación que nada tenía que ver con lo que ocurría), «la pandemia ha hecho mucho daño a la industria» (también a otras categorías que sí tenían actividad y voluntad por parte de los implicados) o «es que nadie quiere arriesgar porque quieren ser potenciales rivales de Canelo y ganar mucho dinero» (mientras el jalisciense barría el supermedio, ajeno a estas disputas) provocaron que múltiples enfrentamientos de calidad se perdieran por el desagüe de promotoras y televisiones. La única experiencia unificadora de Murata y Golovkin en Japón fue la excepción que confirma la regla; cómo no, fue un excelente duelo en abril de 2022, éxito económico para los participantes, de público en el recinto y de audiencia alrededor del mundo.
Ahora, varios de ellos han desaparecido del mapa, ya sea por retirada o por ascenso al peso supermedio. De los citados, solamente Jermall Charlo sigue siendo campeón, sin defender su título desde junio de 2021 ante un rival de nivel muy inferior y sin pelea aún a la vista. Claro, la vergonzosa connivencia del Consejo Mundial de Boxeo, otrora prestigioso organismo, va en paralelo a la inactividad del mayor de los Charlo, sin obligarle a defender su cinto verde y oro o desposeerle del mismo. El dominicano Carlos Adames, campeón interino desde hace casi un año, se impacienta y, como todo aficionado no paniaguado por el organismo de la familia Sulaimán, no entiende para qué vale, más allá de para pagar tasas al WBC, ser campeón interino si nunca se le da la oportunidad de ascender en el escalafón jerárquico.
Se renueva todo, se considera realizar unificaciones de las que en ESPABOX informaremos diligentemente y pasa la vida, que decían María Teresa y Terelu. Por suerte, los tiempos de secuestro de esta división, también.