La entrada del dinero saudí ha generado una oleada de temor entre los organismos, que ven como pueden perder su monopolio y que sus cinturones pierdan valor. Otro de los motivos de la devaluación de sus títulos es que los aficionados aplauden el modelo de la UFC, que promueve el enfrentamiento entre los mejores y no se defienden los caprichos de las estrellas, como muchas veces se está haciendo en los cuatro organismos que reinan el mundo del pugilismo.

Por ello, el WBC ha anunciado que se plantea incluir en sus clasificaciones a los campeones de otros organismos. Hasta el momento, las directrices internas de los organismos impiden que se incluyan en las listas a los dueños de títulos de otras entidades, pero el Consejo Mundial de Boxeo se lo plantea para tener más opciones de que las estrellas peleen por su cinturón.

De poco serviría que el WBC adopte esta postura, si luego en sus listas da prioridad a aquellos que hacen títulos menores avalados por este organismo, con la consecuente tasa, y no ascienden en las listas los ganadores de combates con verdadero interés deportivo. Ese el verdadero problema de las organizaciones, que dan más importancia a los púgiles que disputen títulos menores que a los que realmente han hecho méritos para subir a lo más alto. Un problemas de complicada solución.